Si Lovecraft es el referente de la weird fiction, el revival que vivió en los años 90, el new weird, no siempre tiene referentes literalmente lovecraftianos y se caracteriza más bien por la hibridación. Algo de lo primero hay en Kraken de China Miéville, claro. Pero no tanto en la senda que abrió el antólogo de lo new weird, Jeff VanderMeer, con su trilogía Southern Reach. Áreas acotadas por una extraña invasión alienígena que amenaza con contaminar la Tierra, como plantea también la reciente y notable Rosalera, de Tade Thompson. ¿Elementos? Una contaminación fúngica, telepatía, costumbrismo nigeriano y un investigador con secretos (la larga sombra de Blade runner).