Parecía una tarde más pero aquel rato fue un antes y un después en la carrera de Diego Domínguez. Recién despertado de la siesta, su madre le abordó y le hizo una propuesta que le resultó irrecusable. «Cariño, ¿quieres irte a Madrid a estudiar interpretación?». Un «sí» como un templo fue la respuesta. Fue ahora hace diez años, cuando Diego tenía 17, y desde entonces este joven actor nacido en Zaragoza ha residido en la capital española, «porque es donde está el trabajo en el mundo de la interpretación», cuenta.

Pero su historia comenzó unos años antes, cuando rondaba los 11 años. Diego Domínguez siempre fue el «payasete» de su clase. Reclamaba la atención de sus compañeros para ponerse a cantar y a imitar, hasta que decidió decirles a sus padres que quería ir a Menudas estrellas, un programa por el que a principios de los 2000 desfilaron un montón de chiquillos que imitaban con gracejo y talento a sus ídolos de la canción. «Les expliqué a mis padres que yo no es que idolatrase a los que aparecían en el concurso, sino que yo también era capaz de hacer lo que hacían aquellos niños», explica Domínguez. Sus padres, que desde entonces le han apoyado, decidieron hacerle caso, pero cual fue la sorpresa cuando le dijeron que el show televisivo se había cancelado. Eso sí, los responsables del cásting se guardaron su teléfono, porque tenían pensado que Diego podría encajar en otro formato que estaba a punto de estrenarse: Eurojunior.

¿Qué millennial no recuerda haber cantado de pequeño aquello de chachi, chachi piruli será, será...? Pues fue Diego Domínguez, cuando apenas era un chaval, vivaracho y de llamativos ojos verdes, el culpable de meternos ese soniquete en la cabeza. «Lo recuerdo como algo súper positivo. Ha pasado muy rápido el tiempo desde entonces. No tengo por qué renegar de ello, y aunque sí que hubo un momento en el que entré en conflicto con la gente que me lo recordaba todo el tiempo, Eurojunior forma parte de lo que soy yo hoy en día», asegura el aragonés.

Aquel fue solo el inicio. Con 13 años aquel risueño niño se apuntó a un curso de interpretación en el Teatro de la Estación, momento en el que se enamoró «perdidamente» de las tablas. Desde aquel entonces, Diego Domínguez se considera «mucho más actor que cantante». «Yo me dedico a componer, pero a componer personajes», dice, a pesar de lo cual hasta el año 2007 formó parte del conocido grupo juvenil 3+2.

DE ARGENTINA A BOQUIÑENI

Tras aparecer en series como La pecera de Eva, Física o química, El secreto de Puente Viejo y Aída, entre otras producciones, un cásting 2012 hizo que Diego Domínguez se decidiera a cruzar el charco. Argentina fue su destino entonces, donde, en un principio, iba a quedarse ocho meses. Al final fueron tres años, un trienio en el que el español se convirtió en uno de los protagonistas de Violetta, una serie infantil que se hizo viral en todo el mundo hispano y que congregó a cientos de miles de fans en torno a las pantallas. De nuevo, Diego estaba en el centro del huracán de la fama. «Nunca he hecho mucho caso al fenómeno fan. A mí lo que me gusta es centrarme en mi trabajo y no en la repercusión que pueda tener o no», dice el actor, cuyo nuevo proyecto le va a llevar de nuevo a tierras argentinas para rodar una serie de época junto al también español Albert Baró.

Trabajo aparte, Domínguez tiene claro cual es su mayor pasión. «Mi familia es lo que más quiero. Me gustaría poder ir muchísimo más a Zaragoza y, sobre todo, a mi pueblo, Boquiñeni. Allí es donde me he criado y donde viven mis amigos de toda la vida. Cuando voy se me cargan las pilas, pero por lo que de verdad me gusta ir es porque allí soy uno más. En el pueblo soy el nieto de la Carmen y ya está. Eso no lo quiero perder», admite.