«¿Eres el alcalde?», preguntaba una de las niñas. «Eso dicen por aquí», respondía Pedro Santisteve con sorna. Este fue el recibimiento que el alcalde de Zaragoza se encontró ayer en el colegio Fernando el Católico, cuyos alumnos presentaron varias propuestas para tratar de inspirar a los artistas que en septiembre llenarán de color los rincones del barrio Oliver durante el Festival Asalto.

Y es que, este centro educativo, que alberga estudiantes de hasta sexto curso de primaria, es una de las entidades que colaborarán con esta cita anual de arte urbano junto a otros espacios de este barrio al este de Zaragoza, como el IES María Moliner, la casa de la juventud El túnel, la biblioteca municipal y el centro cívico, entre otros. «Presentamos el proyecto de Asalto 2018 en el Fernando el Católico porque es uno de los centros que antes comenzó a trabajar y de los que antes dieron sus frutos», dijo Luis García, responsable del festival. El alcalde Santisteve, que estuvo acompañado por su segunda de a bordo, Luisa Broto, concejala de derechos sociales del ayuntamiento, quiso también dejar clara su posición. «Este festival representa para este gobierno municipal una visión de la cultura como instrumento de lucha contra la desigualdad. Es una oportunidad para descentralizar el mundo artístico hacia los barrios», contó el alcalde ante la atenta mirada de seis alumnos del centro que por haber sido requeridos para responder a los medios se estaban perdiendo el festival de fin de curso de su colegio. «Por lo menos vamos a salir en la televisión mundial», se compadeció una de las más pequeñas.

Cinco serán los espacios del centro Fernando el Católico que serán «asaltados»: las verjas que lo rodean, la fachada, el arenero, el frontón y la máquina de bailar, un aparato diseñado por el Festival Trayectos. La idea es que las propuestas que ayer presentaron estos pequeños en forma de maquetas sirvan de inspiración para los profesionales que en septiembre llegarán al Oliver, de los cuales se han confirmado algunos nombres como Udatxo, Kruella, Eime y Jaune Art.

«Las vallas del recreo parecen las de una cárcel. Queremos que sean de colorines y con dibujos», dijo Nicolle, de cuarto curso, que fue una de las representantes de los estudiantes junto a José, también de cuarto, Leyre y Erica de quinto y Ami y Umaru de sexto, que explicó otra de las ideas: «queremos que la fachada se pinte como si fuera Hogwarts, el colegio de Harry Potter, porque nos encanta la magia», comentó. Lucio Calleja, director del centro, espera que estas propuestas libren de prejuicios a un barrio al que «la gente tiene miedo a conocer». «En el arenero hay muchos gatos que hacen ahí sus cosas y queremos que pinten un mural en el que ponga ‘somos gatos’, porque como estos animales, los alumnos del Fernando el Católico somos de diferentes colores, sacamos las uñas si nos molestan y somos presumidos», concluyeron los estudiantes ante una encandilada Broto.