Cuando Out, una revista especializada en temática homosexual, preguntó a Robert de Niro qué representaba compartir nombre y haber alcanzado más fama que su progenitor, que fue pintor, el actor y director no pudo contestar. Rompió a llorar. Se quitó las gafas para secarse las lágrimas. Y tras recuperar la serenidad explicó. "Me pongo emotivo. No sé por qué".

De Niro se ha despojado de la armadura de frialdad y parquedad que hasta ahora era la cara pública de su propio personaje. Se ha alejado de la árida dureza de creaciones míticas como el Vito Corleone de El Padrino, el Travis Bickle de Taxi driver, el Jake LaMotta de Toro salvaje... A los 70 años, a una semana de que se estrene en la cadena HBO el documental Remembering the artist. Robert De Niro Sr, centrado en la figura de su padre, De Niro se muestra más humano que nunca, dispuesto a abrir puertas a aspectos íntimos para evitar que el hombre que le dio la vida caiga por las grietas del olvido.

"Sentía que tenía que hacerlo, me sentía obligado", ha confesado De Niro en Out. Y en un panel tras una proyección en enero en Sundance contó también que no solo lo hacía por su padre, que murió de cáncer en 1993 el día de su 71° cumpleaños, sino también por sus hijos más pequeños, nacidos después de esa muerte. "Quería que supieran quién era su abuelo".

TALENTO Y OCASO

Nacido en Siracusa, en el norte de Nueva York, De Niro fue un pintor cuya carrera se extendió durante cuatro décadas. Alumno de Hans Hoffman y con su primera exposición en solitario en la galería de Peggy Guggenheim, se convirtió en uno de los artistas del expresionismo abstracto, aunque acabó girándolo hacia un arte más descriptivo. Y mientras amigos contemporáneos como Jackson Pollock se elevaban hasta lo más alto, el fue palideciendo cuando irrumpió el pop-art. Incluso intentó escapar de la era warholiana y de todo lo que representó en el mundo del arte marchándose a París, pero su hijo tuvo que rescatarlo de allí.

Su trabajo está representado en las colecciones de, entre otras pinacotecas, el Metropolitan y el Brooklyn Museum. Y como escribió en su obituario The New York Times, su arte "estuvo definido por una impresionante confianza física y una calidad de talento natural que fue ampliamente reconocida, incluso por críticos que sentían que sus esfuerzos a veces podían tener algo de impaciente o inacabado".

"SI VAS A HACER ALGO HAZ TODO"

Puesto a volver la mirada hacia su padre y a buscarle el sitio que crece que merece en la historia, De Niro fue mucho más allá de su arte. Como ha explicado, "si vas a hacer algo lo tienes que hacer todo. No puedes esconder nada. La meta es la verdad". Y una parte fundamental de la vida de su padre fue abierta homosexualidad, algo que hizo que fuera muy breve el matrimonio con la también artista Virginia Admiral, madre del actor, y algo que, como el arte, llegó a definir como "aflicción" en sus diarios (de los que De Niro lee capítulos en el documental).

"Ojalá hubiera hablado mucho más de eso con él", ha admitido el hijo en Out, volviendo a la idea del documental como un mensaje también para sus hijos y para otros. "Quiero que se detengan un momento y se den cuenta de que a veces tienes que hacer las cosas ahora en vez de más tarde porque luego puede ser dentro de 20 años y ser ya demasiado tarde".

De Niro --que dedicó su debut como director, Una historia del Bronx, a su padre justo tras fallecer-- esta vez ha dejado a Perri Peltz ponerse tras la cámara. Pero es un proyecto tremendamente personal. Lo comenzó animado por su socia Jane Rosenthal, cargado con los diarios de su padre, con vídeos grabados en los 70 que puso en manos de Thelma Schoonmaker, la montadora de Martin Scorsese, con todo el material del estudio que su padre tuvo en el Soho y que él aún mantiene como un templo... Y lo llenó de todo el amor de un hijo dispuesto a desnudarse para intentar que no se evapore un legado que cree importante.