"Estoy aburrida de leer guiones y decir que no, pues para hablar del sexo de los ángeles es mejor no hacer nada. Hacer una película requiere mucha energía y te lleva a dejar tu vida en segundo plano durante unos meses y yo pido una compensación, pues hay más cosas en esta vida que implicarse en banalidades". Con este planteamiento es lógico que la actriz Emma Suárez diga que no tiene ningún proyecto en cartera por el momento, y también que asumiera con intensidad el papel de Marimar, la enfermera que enamoró al famoso preso Juan José Garfia, en la película Horas de luz . Un papel que, desde luego, poco tiene de frívolo.

Emma Suárez junto a Alberto Sanjuán, que da vida a Garfia; el director de la película, Manolo Matjí y los productores y coguionistas José Angel Esteban y Carlos Lopez participaron ayer en una nueva sesión del ciclo La buena estrella , que organiza la Universidad de Zaragoza.

Trasladar a la pantalla una historia real es ya difícil de por sí. Si además los personajes son complejos --un presidiario considerado peligroso y condenado a 100 años de cárcel y su mujer-- la labor se complica a la vez que da pie a mil y una conjeturas. Porque hoy Garfia es un recluso "que trata de estar otra vez en la vida", como dice Matji, pero que provocó tres asesinatos y numerosos motines y su comportamiento quizá no se precisamente ejemplar para llevarlo a la pantalla. ¿O si?

"Juan José Garfia es consciente de que ha destruido mucho y que lo que ha hecho es irreparable, por eso ahora trata de construir algo tanto desde su faceta de pintor, que ha aprendido en la cárcel, como desde la relación con su mujer y los hijos de ésta", señala Alberto Sanjuán, quien explicó que en una conversación con él le había preguntado, precisamente, si estaba arrepentido para poder comprender mejor al personaje.

También Emma Suárez se empapó de la persona de Marimar, de su lucha y su esfuerzo en una situación tan cruel. "Y tengo que decir que ambos, Juanjo y Marimar, me impresionaron", dice la actriz, para quien, tras conocerlos, mantiene con firmeza que el amor que se profesan es verdadero y desmiente a quienes creen que sólo es un montaje más del inteligente Garfia, que se aprovechó de la enfermera para obtener beneficios. "Marimar es una mujer difícil de manipular y lleva ya 13 años con esta historia", mantiene Emma Suárez.

Si embargo, esta premisa está extendida en muchos ambientes y, de hecho, la propia actriz recuerda que un funcionario de prisiones se le acercó en la cárcel de Picassent y le dijo al oído: "A Marimar la están manipulando". Por eso, en la película, un personaje llega a plantear esta situación, aunque los hechos dejan patente lo contrario.

NO HAY MALOS

Y otra cuestión problemática es el tratamiento de los funcionarios de prisiones, ya que algunos críticos han acusado a los responsables de la película de cierto maniqueísmo con ellos. Algo que Manolo Matji niega. "Hemos huído deliberadamente del maniqueísmo y hemos suavizado algunas situaciones, porque en aquellos tiempos se utilizaba terapia de choque contra los cabecillas de las revueltas pues la situación penitenciaria era explosiva. Esa política de aislamiento tuvo sus excesos y hoy están en los tribunales, pero no nos hemos cebado".

Y es que, apunta Matji, "no creo en el bien y en el mal y en el caso de los funcionarios son personas que trabajan ocho horas en el penal, en un trabajo duro al que deben poner límites, y después se van con sus familias". Por eso, tanto al aludir a Garfia y otros presos como a los funcionarios, recuerda una máxima que le enseñó Delibes y que aplica a Horas de luz : "En mi película no hay malos, hay gente buena que hace cosas que no están bien".