Ketama reaparece tras 14 años de parón con la reedición ampliada de su disco más popular, De akí a Ketama (1995) y una gira que llegará a la sala Mozart de Auditorio de Zaragoza el 5 de abril. Hablamos con los hermanos Antonio (A. C.) y Juan José Carmona (J. J. C.), titulares del trío que completa su primo José Miguel.

-El episodio que sufrió Antonio Carmona (una infección en las vías respiratorias que le llevó a un coma inducido), ¿les animó a decidirse?

-A. C.: Creo que sí. Esa semana que estuve en coma no sabía si me iba a ir para el otro lado, o me iba a quedar en una silla de ruedas. Los tres reflexionamos y tomamos la mejor decisión como familia Habichuela que somos. Eran 14 años sin sus guitarras y me apetecía.

-Ketama comenzó a principios de los 80, con Mario Pacheco y Nuevos Medios.

-J. J. C.: Mario ha sido el productor discográfico más importante de España, y sin mirar el dinero: miraba la calidad. ¡Hacía discos que las discográficas desechaban! A nosotros, una multinacional nos dijo: «eso no vale».

-Y eso que les avalaba Paco de Lucía.

-J. J. C.: Fuimos de su mano, ¡imagínate si llegamos a ir de otra!

-En su primera formación estuvo el desaparecido Ray Heredia, que en 1991 publicaría Quien no corre, vuela, un disco de culto.

-J. J. C.: Ray estaba por encima no ya de nosotros, sino del resto de los humanos que hacían música en España. Él ya había ido y venido musicalmente, y nosotros todavía estábamos yendo.

-En 1988 grabaron el influyente y mestizo Songhai, con Pacheco y Joe Boyd, el que fuera productor de Nick Drake y los primeros Pink Floyd. ¿Fue idea de ellos?

-A. C.: Sí. Tuvimos un encuentro en Londres. Nos fuimos a comer una paella africana, que picaba que no veas, apareció Toumani Diabaté y sacamos las guitarras y los cajones, y en veinte minutos los dos ya estaban chocando las manos y diciéndonos que allí había un disco.

-Luego, en 1990, telonearon a Prince en España. Entonces se dijo que él quiso un grupo con mujeres. ¿Cómo fue aquello?

-J. J. C.: Un par de días antes del concierto, hacia las tres de la madrugada, nos pidieron que lleváramos un vídeo al hotel de Prince, porque quería ver qué hacíamos. Y allá fuimos, una locura. Hacia las cuatro o las cinco nos llaman: «dice que le encanta, pero que echa de menos alguna mujer». Y a mi hermano (Antonio) se le ocurrió: ¿quieres mujeres?

-A. C.: Pues nos fuimos al Rastro, donde están las gitanas más guapas de Madrid.

-J. J. C.: Y nos llevamos a cinco o seis para que bailaran.

-¿Qué representa De akí a Ketama (1995), el disco reeditado?

-J. J. C.: Lo hicimos porque estábamos hartos de grabar discos: necesitábamos hacer bolos, ganar dinero, y lo más fácil era hacer uno en directo.

-A. C.: En Universal nos decían que no. Lo hicimos bajo nuestra responsabilidad. Vinieron a la grabación Pedro Almodóvar, Ana Belén, Rossy de Palma… Y fue el disco de los antonios: Vega, Flores, El Potito, Canales… Vendimos un millón de copias.

-El debate sobre los caminos del flamenco se ha recrudecido. ¿Entienden las críticas feroces a, por ejemplo, Niño de Elche?

-J. J. C.: Pero si en Sevilla le dijeron a Paco de Lucía que estaba acabado…

-A. C.: Aunque nosotros venimos de una estirpe, los Habichuela, no podemos adueñarnos del flamenco y decir que es nuestro. El Niño de Elche tiene su visión, y los puristas le dan caña, igual que nos ocurrió a nosotros.

-¿Se consideran unos flamencos?

-A. C.: Mi vida es flamenca, y cada vez soy más Habichuela. Antes, cuando agarraba una guitarra, tocaba samba y otras músicas, y ahora toco cosas de mi padre, del Niño Miguel, de Paco de Lucía…