Llevaba casi dos años alejada de los escenarios, primero por la diálisis y después por un transplante renal, que le realizaron en agosto. Ahora, vuelve a la carretera, para presentar su último disco, Usiana, que grabó en 2017, pero que no ha podido presentar hasta ahora. Lo hace esta tarde, a las 19.00 horas, en el C. C. Teodoro Sánchez Punter, dentro del ciclo Voces Alternativas, que abrirá Isabel Marco.

-Lo primero. ¿Cómo está?

-Pues me estoy recuperando. Me trasplantaron en agosto y aunque es un proceso largo, se puede decir que bien. Me prorrogaron la baja hasta mayo pero como las últimas analíticas estaban bien le propuse a la nefróloga que me diera el alta. Me apetecía mucho volver, cuando a uno le gusta su trabajo, ya sabes lo que pasa.

-¿Como ha sobrellevado este tiempo fuera de los escenarios? Imagino que estaba preocupada por su salud.

-Se echa de menos. Lo que pasa es que te metes en el mundo Matrix, que lo llamaba yo, pero no hay nada más importante que la salud, lo demás es complementario. Además no tienes más remedio porque cuando haces una diálisis peritoneal que es diaria y todas las noches tienes que enchufarte nueve horas, no te da tiempo a pensar en mucho más. Claro que echaba de menos los escenarios y tocar pero he de decir que he hecho poquito musicalmente hablando, no me apetecía escribir ni tocar mucho. Te haces como una vida robótica, no solo las horas que te pegas en diálisis sino la preparación que tienes en casa, es un mundo muy peculiar.

-¿En este tiempo no ha escrito nada?

-No. Además llevaba cinco años preparando mi disco Usiana, que estaba en fábrica cuando me comunicaron que tenía que ponerme un catéter para empezar la diálisis. Fue en octubre de 2017 y tenía en puertas el disco y mi intención es defenderlo en estos momentos. Además creo que la industria no es de sacar un disco por año, como antes. Yo voy a defender mi Usiana, que para eso me ha costado cinco años grabarlo.

-¿Lo entiende ahora igual que cuando lo compuso?

-Sí, porque las cosas cambian relativamente, pero yo ya estaba metida en esa historia. Cuando te autoproduces, como es mi caso desde hace tantos años, el tema es trabajar, ahorrar para producirlo y en cuanto a las canciones, tienes tiempo suficiente para hacerlo con libertad. Mis sentimientos y mi historia son muy parecidos. Luego te metes en la vorágine de la enfermedad y he hecho un paréntesis porque no me apetencía nada pensar ni escribir sobre esta historia. Ahora sí que me apetece escribir pero sobre otras cosas, no regodearme.

-¿A qué le canta en este ‘Usiana’?

-A muchísimas cosas. Hay una canción que se llama Katatonia, que habla de la aberración de pensar; otra, Princesa hada, sobre la juventud y toda la información que tienen pero poco espacio en el cerebro para asimilarla.

-¿Cómo estaba ante su regreso?

-Nerviosísima. Cuando te tiras un montón de tiempo sin pisar un escenario, pues tienes miedo, y aparte, con la recuperación y todo, tenía miedo de no estar a la altura. Nervios e ilusión a tope y es maravilloso después de 40 años subiendo a los escenarios. Yo siento ese pellizco y el primero fue emocionante y con mucho respeto.

-Y el concierto de hoy, ¿cómo será?

-Voy en formato acústico, que es mi formato estrella. Estaré con Eva Rada, que me sirve de punto de apoyo.

-Imagino que recuperará canciones anteriores y de Tahúres zurdos.

-Obviamente voy a tocar todos los palos, por ti y por la gente, que le gusta conocer canciones.

-Se ha dicho de usted que es una de las mejores voces femeninas del rock. ¿Le gusta que la definan así o mejor como compositora?

-Creo que un conjunto, porque también me considero una guitarrista, quizá una faceta que no se reconoce tanto porque se considera de otro género y es algo que siempre me ha pasado y me encantaría que eso se normalizara, que una mujer toque un instrumento sea tan normal como que tenga un martillo.

-El domingo hay elecciones generales. La cultura no se ha tratado en campaña. ¿Qué le pediría al nuevo presidente?

-Yo creo mucho en el sentido común, solo pido, a todos, que miren un poco más allá de los atriles. Tengo mi preferido, pero nunca será lo que yo quiero. Hace poco vi en twiter que votar es como un autobús, que nunca te deja donde quieres pero sí en la parada más cercana. Que la gente se movilice, porque votar, que las mujeres podamos votar, es un derecho ganado a base de sangre. Creo en el sentido común, cada uno que, sobre todo, se informe de lo que va a votar.