Si no han visto la serie televisiva Pose -cosa que les recomiendo encarecidamente para sacudirse tanta caspa como nos está cayendo- quizá no les suene quién es Billy Porter, el hombre que fue capaz de eclipsar a la mismísima Lady Gaga en los Oscar. A ambos les unía un conjunto negro de gala. El de ella era mono, un Armani verdeoscurocasinegro, pero lo destacado era el diamante de Tiffany’s de 128 quilates valorado en 23 millones de euros.

Pero el de él fue toda una reafirmación, una bandera arcoirís en movimiento. Si se fijan, el diseño que le hizo en un plis plas Christian Siriano era una chaqueta de esmoquin ajustada sobrepuesta a un voluminoso vestido largo palabra de honor en terciopelo. Rompedor a más no poder, jugaba con lo masculino y femenino al tiempo que desafiaba el corsé de los code dress de Hollywood en su fiesta grande, es decir ellas de sirenitas Disney y ellos tiesos y sosos como pingüinos.

Porter, actor y cantante, fue fiel a su estética. Y para eso hay que echarle coraje. «No soy una drag queen, soy un hombre con un vestido. Si eres negro y además gay, siempre se te cuestiona tu masculinidad -ha explicado a Vogue-. Ahora, gracias a Pose, ocupo una posición en la que me invitan a las alfombras rojas y puedo reivindicar mi opción de vida a través de la ropa. Mi objetivo es ser un acto político andante en cada aparición. Desafiar las expectativas. ¿Qué es la masculinidad? ¿Qué significa? Las mujeres se ponen pantalones todos los días, pero en el momento en que un hombre se coloca un vestido y se echa a la calle, parece que se abran las aguas. A esta industria le encanta aparentar que es muy inclusiva, pero los actores tienen miedo a jugar: si aparecen con algo poco masculino quizá no les den papeles de superhéroe», explicaba este admirador del trabajo de Palomo Spain, que posó solo y después con su marido. Los académicos deberían pensar en él como un futuro presentador de la gala: la diversión estaría asegurada.

No fue el único hombre que despuntó. Hay que hacerle la ola al grandote Jason Momoa, con traje rosa. Y a Chadwick Boseman, el protagonista de Black Phanter que lució un esmoquin estallado de lentejuelas y camisa negra con larga lazada, todo un dandi de Givenchi.

¿Y qué decir de ellas? Pues que en general estuvieron bien, muy rosas, muy empolvadas. Glen Close se puso a juego con un Oscar que no se llevó a casa con un vestido dorado con capa de Carolina Herrera. Charlize Theron enseño una espalda Dior y una cabellera castaña. Y la murciana Marta Nieto eligió un diseño de inspiración novia que Josep Font hizo en su primera colección para la firma Delpozo.