—Apenas les quedan dos conciertos para cerrar la gira de Copacabana en España, ¿tiempo de balance?

—Creo que no le podíamos pedir más a este disco y, sobre todo, a la gente, que al final es la gasolina y la que nos pone en el escenario. Después de unos discos que funcionaron tan bien, Copacabana era un reto. Y hemos superado todas las expectativas que teníamos puestas con la forma con la que el público ha empatizado con un trabajo que a nosotros no nos parecía fácil.

—No es un trabajo fácil. ¿Llegaron a tener miedo de que el público no lo abrazara con las mismas ganas que los anteriores?

—Eso nunca te lo planteas, sinceramente. Al final, somos músicos y yo, en mi caso, compongo para mí de una forma muy egoísta porque es un proceso muy íntimo y personal. No me paro a pensar al escribir una canción si va a gustar a alguien fuera de la habitación y lo mismo cuando me pongo a arreglar los temas. Lo que quieres es divertirte, apasionarte y sentir que lo que estás haciendo es lo que quieres hacer. Luego lo lanzas al mundo y es él el que decide si está en la misma onda que tú...

—¿Entonces nunca pensaron que estos cambios podían hacerles pinchar?

—Copacabana nos parecía un trabajo que arriesgaba en muchos aspectos, tocábamos palos que nunca habíamos tocado, los arreglos… pero al final, hemos tenido la bendición de que nuestro público lo ha cogido y lo ha hecho suyo. Y nosotros encantados. Pero, insisto, componer es un proceso muy egoísta, el músico hace lo que le apasiona y luego cruza los dedos.

—¿Cuando componía en su habitación hace muchos años pensaba llegar a llenar recintos?

—Aspiraba a poder ganarme la vida de lo que me gusta que es la música. Ese era el objetivo, que ya era muy complicado. Buscábamos ser mileuristas de la música, poder vivir de ello y poder pagar las facturas. Todo lo que ha venido después yo creo que de verdad ni siquiera de broma lo comentábamos. Bienvenido sea pero el objetivo sigue siendo el mismo, dedicarnos a esto en la vida.

—La apuesta de Izal siempre ha partido de la independencia...

—Una de las grandes cosas de Izal es que cada decisión por pequeña o importante que sea pasa por nuestras manos, todo se consensúa y los errores son nuestros… Te apasionas mucho más cuando tienes el control total de un trabajo creativo e incluso logístico, el diseño del disco, el rollo artístico en lo visual,...

—¿La música es más democrática hoy en día gracias a internet?

—Nosotros no nos habríamos dedicado a la música si no hubiera sido porque todas las personas son las que eligen lo que escuchan y tienen a su alcance toda la música del mundo. Ya no es como antes que sólo había dos canales de televisión y lo que salía se convertía instantáneamente en un éxito. El escaparate ahora es tan amplio que no tienes por qué quedarte en lo que te ofrece una emisora o una televisión sino que tú eliges lo que escuchas y lo que compartes. Nosotros hemos crecido en el boca a boca, en ese compartir y en esa gente que le da el coñazo a su amigo para que nos escuche y eso es una democratización absoluta de la música.

—Otra consecuencia de esto es que ahora el artista donde se la juega es en los directos.

—Efectivamente. Nosotros no nos fijamos en la venta de discos pero, obviamente, que se vendieran también sería una buena noticia porque es cultura. Que la gente tiene en cuenta la música y que la compra para escucharla y disfrutarla es siempre maravillosopero es verdad que solo es una forma más de disfrutarla. Cuando se disfruta al 100% es en un concierto. Para nosotros, el disco es como el premio máximo.

—Explíqueme eso.

—Es el premio de alguien que va a un concierto nuestro y le gusta tanto que se compra hasta el disco, quiere tener el objeto porque, al final, es un fetiche, tener algo palpable que represente eso que tanto te ha gustado. El directo es la verdad del artista, las vergüenzas se quedan al descubierto, algo que es muy emocionante y es la forma más amplia de disfrutar de la música. Y es muy buena noticia que los festivales estén en auge, que la gente programe sus vacaciones viendo cuáles quieres ver. De repente, la música en directo ha cogido mucho peso en la vida de la gente que antes no lo tenía.

—¿Cómo va a ser el concierto de Zaragoza?

—Este fin de gira están siendo una pasada. Queríamos ofrecer un espectáculo con mucha novedad siendo conscientes de que nuestro público nos habría disfrutado sino en una en más ocasiones en esta gira y por eso queríamos hacer algo para que disfrutara de la novedad ese espectador a nivel de todo, escenográfico, técnico, puesta en escena, guion de canciones… Y hemos renovado absolutamente el espectáculo para estos conciertos.

—Acaban esta larga gira, ¿tienen ganas de descansar?

—Vamos a visitar México, Austin, intentaremos pisar Colombia, Argentina… Es el momento para girar internacionalmente aunque también vamos a tener reposo un par de meses. Luego vendrá el proceso de grabación del nuevo disco para el que ya están compuestas las canciones. Yo tengo una adicción que es la de componer y eso hace que casi siempre cuando se acaba una gira del disco, he tenido compuestos los temas del siguiente y eso nos permitirá tener dos meses de parón. A partir de junio, ya empezaremos otra vez pero sin prisa.