En la galaxia donde brilla Rosalía parece que el tiempo, el espacio y los elementos se mueven y rigen por coordenadas distintas. En marzo de 2018 la joven de Sant Esteve Sesrovires actuaba en el pequeño y reputado Joes Pub de Nueva York, presentando junto a Raúl Refree Los Ángeles ante algo menos de 200 personas, amantes del género en particular y de la música en general, exploradores que exprimen y aprovechan citas como el Flamenco Festival para ampliar sus horizontes y descubrir talentos. Cuando este lunes, poco más de un año después, Rosalía volvía al East Village, no hacían falta presentaciones.

La cola para acceder al emblemático y recién reinaugurado Webster Hall, que se reabrió el viernes con Jay-Z y tras los conciertos de lunes y martes de Rosalía será escenario para Patti Smith, daba casi la vuelta completa a la manzana. La serpiente humana de 1.400 almas que luego encontraron acomodo en el Grand Ballroom era expresión casi perfecta de la diversidad de razas, edades, orígenes, gustos y estilos que hacen de Nueva York buena parte de lo que es. Y lo que se vivió entre las nueve y las diez de la noche fue la expresión de expectación y expectativas cumplidas, puro éxtasis colectivo.

Al trance Rosalía es capaz de llevar con un tema como 'Pienso en tu mirá', con el que abrió el concierto, o con una siguiriya que se va transformando desde su estado más puro hasta conquistar nuevos territorios. Le corean verso a verso 'Barefoot in the park' y escuchan en silencio cuando presenta el 'Te estoy amando locamente' de Las Grecas en un espacio por el que pasaron Frank Sinatra y Lou Reed, Woody Guthrie y Prince, Elvis Presley y Tito Puente, Ray Chales y Red Hot Chilli Peppers Y cuando cierra con 'Malamente' y vuelve para regalar en un bis una versión a capella del 'Volver' de Carlos Gardel, la catalana deja su huella en un lugar lleno de historia, el local donde, por ejemplo, Bob Dylan grabó por primera vez su harmónica para Harry Belafonte.

A Rosalía aún le queda espacio para expandirse, para mejorar, y posiblemente en Webster Hall se habría beneficiado de una producción más específica para el local, matizada respecto a la de grandes escenarios como Coachella, por donde pasó en esta gira norteamericana que se cierra el 2 de junio en Toronto. Su éxito, no obstante, es una realidad incontestable.

Para entenderlo servía, por ejemplo, hablar el lunes con Vanessa Chadehumbe, una música veinteañera de Suráfrica que vive y trabaja en Nueva York e irradiaba más que felicidad tras el concierto. No hablo una palabra de español pero puedo sentirlo, decía. Rosalía está logrando lo que se supone que la música debe hacer, que es unir a todo el mundo en un espacio para una experiencia, no importa si sabes todas las canciones o ninguna, si hablas español o no. Usa todo lo que tiene dentro, en el escenario, en su música, su cuerpo, su voz Todo es parte de lo que hace. Es auténtica. Estás con ella de principio a fin, te mantiene. Emociona. Y a mí me hace querer ponerme a trabajar y empezar de cero, me hace querer acceder a más de mí misma .

Entregado como ella estaba su amigo y acompañante, Ary Attie, Cabeza, un argentino también veinteañero y músico que vive y trabaja en Nueva York, y que si tuviera que elegir entre todos los artistas del mundo con quien meterse hoy en un estudio sería, precisamente, con Rosalía. Hay músicos que generan un sonido universal y trascienden todo, decía. Para España y el mundo hispanohablante es increíble ver algo así, creo que nunca tuvimos un artista como ella. Nos está poniendo a prueba a todos, los músicos y los no músicos.

Los dos, además, coincidían en aplaudir no solo lo que hace Rosalía, sino que su triunfo haya sido radical. Me gusta que artistas con éxito como ella nos enseñan que el espacio comercial es algo donde podemos sentir cosas, decía Chadehumbe. Y Cabeza se distanciaba de quienes siguen creyendo que comercialidad y calidad son antónimos. En los 60 nadie cuestionaba lo buenos que eran los Beattles o los Rolling, recordaba. Estamos volviendo a eso. Todas las reglas están cambiando. Como músicos escuchamos tanto, estamos expuestos a tanto, que no puedes pretender que eso no afecta a tu música.