Tras sus aventuras y desventuras en la primera entrega, en la que investigaba un Asesinato en el club de Bridge, novela publicada por Mira Editores, Meluca se convertía en un personaje por derecho propio. Divertida, generosa, irónica, crítica, curiosa, descarada y tan entrañable como una folclórica, nos conquistó a los lectores, que estuvimos encantados de acompañarla en su periplo detectivesco hasta que un sorprendente final nos la arrebató de momento. Su personalidad exigía, como poco, una continuación.

Y en efecto algunos deseos se cumplen. Hace muy poquito han irrumpido con similar fuerza sus nuevas aventuras y desventuras, y de nuevo en Mira Editores, bajo el título de ¿Crímenes perfectos?, así, entre signos de interrogación, sabiendo que los asesinos dejan más cabos sueltos que los escritores que recrean sus atrocidades. La esencia de Meluca sigue intacta, quizá con menos ingenuidad que cuando debutó, y se enfrasca con la misma disposición, e ínfulas de sabueso legendario, en los asesinatos que a su alrededor se suceden.

La novela, de nuevo, es muy divertida. La autora, Pilar González Usón, compone un retrato dinámico y muy sugerente desde el principio de la narración, donde Meluca resurge de sus cenizas en un contexto que resulta ideal para su lucimiento, que no linchamiento. Pilar la rodea de secundarios geniales, muy bien dibujados, que ejercen de ayudantes, de sospechosos, de testigos ingenuos, de amores extraviados, de compañías tan poco recomendables que harían que más de una madre pusiera el grito en el cielo… de miradas necesarias en definitiva para que la trama tenga las mil y una ramificaciones.

Como en las novelas de antaño, la relación de personajes viene detallada al principio a modo de sumario, lo que ayuda a ubicarlos al ser tantos y con tantas ganas de estar en el ajo. Y en medio, el comisario Cornejo, otro de esos personajes que llegan para quedarse, bien en el corazón de Meluca, bien en el nuestro, pues parece el punto de equilibrio entre tantas pasiones contenidas. Aunque solo lo parece, porque en este libro no hay nada que debamos dar por hecho.

La prosa es cercana, espontánea, natural, de esas que se leen saboreando porque a la vez nuestra mente crea imágenes de lo ocurrido. También los lugares citados nos resultan próximos, pues seguro que por cualquiera de ellos hemos paseado de vez en cuando. Y en lo que respecta a los crímenes, lo escabroso o lo sórdido apenas tiene cabida. Es lo que ocurre cuando se escribe con humor y con elegancia, sin tanta trascendencia que tantos otros quieren transmitir. Esta es una novela para entretenerse con la sonrisa puesta, donde no es descabellado pensar que a más de un secundario le gustaría ocupar el puesto del muerto para cobrar protagonismo. Pero Pilar González Usón sabe darle el sitio correspondiente a cada uno.

Será un placer reencontrarnos con Meluca en una nueva entrega. Pero eso, de nuevo, es otro misterio.