INTERPRETES: Jessye Norman (soprano), Mark Markham (piano)

LUGAR: Sala Mozart del Auditorio

FECHA: Martes, 28 de junio

ASISTENCIA: Lleno

Ya podemos hacer una marquita más junto a la lista de grandes personalidades que han pasado por el Auditorio de Zaragoza: ayer vino, ¡oh, Dios mío!, la gran Jessye Norman, que gusta tanto a los melómanos como a esos que van a la ópera. La soprano norteamericana tiene a sus espaldas un carrerón de muchísimo cuidado. Su fama alcanza a quienes disfrutan de la música porque sí y su voz convence a las más afiladas plumas de la crítica. Casi todo el mundo es unánime: la Norman aúna medios vocales prodigiosos con una musicalidad seria y asimilada que le permite ser natural en repertorios complejos y refinados.

Es característico de la diva americana (no lo duden, es una diva, de las que no se deja hacer fotos; pero a quién le importa cuando es tan excepcional) el presentarse en recital con piano como debe ser: con canciones. Aunque los donizettis de turno tenga más notas y destellen por sus agudos y agilidades, este repertorio más recogido tiene dificultades que muchos cantantes nunca llegan a superar y pone a prueba las musicalidades más formadas.

En su doble función de cantante-diva y cantante-músico, la Norman presentaba un concierto breve partido en dos secciones con intenciones bien distintas. La primera parte contenía la mayor parte de la música de la sesión, con cuatro canciones de Henri Duparc y cuatro de Richard Strauss, ocho delicias de emoción, piezas que hay que cantar y contar. La Norman pasaba con naturalidad de la intimidad a la expansión arrebatada y grandiosa (¡magníficos Reyes Magos de Strauss!), mostrando su conocimiento de ambos géneros: la casi recitada mélodie francesa y el lírico lied alemán tardorromántico.

Quien ha sido su acompañante fijo de los últimos años, el también norteamericano Mark Markham, estuvo a su lado en este magnífico recital, donde la calidad de la conjunción entre voz y piano fue máxima, a la par que la capacidad de adaptación de cada frase musical al sentido del texto que estaba siendo apoyado. La labor de Markham, presentada con la requerida discreción de quien va junto a tal personalidad, fue impecable en todos los aspectos.

La segunda parte era mucho más fácil de escuchar y sirvió para encender las enardecidas salvas de aplausos finales. Las célebres Siete canciones populares españolas de Falla son parte habitual de los conciertos de Jessye Norman cuando pasa por España, aunque sólo sea para lucir su comprensión de nuestra música y su muy correctamente pronunciado castellano. A su final, llegaron seis espirituales negros, especialidad de la cantante y parte consustancial de su repertorio, principalmente en las propinas. Con arreglos de distinta fortuna (el mejor, el delicado Oh Glory , a capella, es decir, sin acompañamiento), los espirituales clausuraron con éxito la sesión, el Ciclo de Primavera y, por ende, la temporada.