Esta semana saltaba la noticia de que un Robocop podría patrullar pronto las calles de Miami. El prototipo del policía robot, dotado de sensores neuromusculares y dirigido por control remoto, está siendo diseñado por un grupo de investigadores de la Universidad de Florida. Cuando en 1987 se estrenó el filme Robocop (Paul Verhoeven), un autómata de esas características era pura ciencia ficción. Ahora en cambio, un guardián del orden autómata, es prácticamente una realidad.

"Estamos viendo cada vez más cómo se usan los drones (aviones no tripulados) en la guerra y muy pronto veremos robots reemplazando a soldados", afirma el cineasta José Padilha. Ese salto de la ciencia ficción a la realidad, es la razón que ha llevado al director brasileño a rodar la nueva versión de Robocop, que se acaba de estrenar en las pantallas españolas. "En la primera película la idea era que la automatización de la violencia puede abrir la puerta al fascismo. Esto es ahora algo real, un problema que está ahí, a la vuelta de la esquina y que va a tener un enorme impacto en la humanidad".

Película política

Padilha, no duda en calificar Robocop de película política. La cinta arranca con una escena en la que un ejército de robots controla cada movimiento de los ciudadanos de Teherán. El despliegue militarista es retransmitido en directo por el presentador de un canal de televisión ultranacionalista, (Samuel L. Jackson), defensor del intervencionismo, que viene a ser una sátira del estilo de Fox News.

"¿Qué pasa cuando se crea un ejército que deshumaniza a los soldados, cuando se vuelven máquinas y no pueden pensar?", se pregunta el realizador. "La guerra tradicional se ha acabado. Habrá países que adoptarán robots para la lucha y otros no. La idea de Robocop es hacer que la gente piense en todo esto", porque "las nuevas tecnologías tienen ya un impacto en la libertad. Basta pensar en la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y las escuchas", alerta.

La historia pasa en el Detroit del 2028. El policía Alex Murphy (Joel Kinnaman) resulta críticamente herido, oportunidad que una firma de nuevas tecnologías aprovecha para construir un nuevo agente, mitad hombre, mitad robot, con la ayuda del Dr. Norton (Gary Oldman). "Cuando Robocop se despierta", señala Padilha, "es plenamente consciente, tiene sus recuerdos, su intelecto, sus emociones. Entonces se enfrenta al problema existencial de qué diferencia al hombre de la máquina. No tiene un cuerpo, es un robot, pero su cerebro funciona, y siente emociones". Este personaje "tiene que encontrar una razón para vivir, porque sabe que como robot, no podrá hacer el amor con su mujer, ni acariciar a su hijo. Eso plantea importantes cuestiones filosóficas".

Subestimar la audiencia

El filme es la primera gran producción hollywoodiense del director brasileño, conocido por sus dos docudramas Tropa de élite, sobre la actuación de la policía en su ciudad natal, Río de Janeiro. Padilha reconoce que tuvo algunas dificultades durante la producción, "Tú siempre tienes ideas de dónde quieres poner el énfasis en la historia y los estudios miran más el lado de los resultados económicos. A veces esas dos cosas no coinciden".

A su juicio, "muchos estudios de Hollywood subestiman a la audiencia" y la tratan como si fuera poco inteligente. "Yo creo lo contrario. Mira simplemente las series de televisión como The Wire o Breaking Bad. Son dramas muy inteligentes y tienen audiencia. No hace falta hacer películas estúpidas".