La poeta, novelista y escritora de relatos, Nuria Barrios, ha presentado en la librería Cálamo de Zaragoza su última novela: Todo arde (Alfaguara). Ganadora de premios como el Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado o el Ateneo de Sevilla, la madrileña enmarca su último libro en la Cañada Real, un poblado chabolista del extrarradio de la capital que le sirve para narrar un potente descenso a los infiernos. Lolo, como un Orfeo contemporáneo que baja al inframundo en busca de Eurídice, arriesga su vida con solo 16 años para intentar rescatar a su hermana mayor de las fauces de la droga. La novela transcurre por la noche, pero en ella se encuentran también muchos focos de luz, muchas hogueras. La más luminosa la representa el amor que impulsa a Lolo en su intento de salvar a su hermana Lena (25 años) y que hace que la novela también sea «luminosa», como indica la propia escritora.

-¿Su última novela es un thriller

-Tiene el espíritu del thriller, con mucho suspense y tensión. La verdad es que me he sentido muy cómoda pudiendo utilizar todos esos elementos. Los lectores me han dicho que engancha, así que estoy satisfecha.

-¿Le interesaba la fuerza de todo ese escenario para narrar la relación entre dos hermanos?

-La historia es un descenso a un infierno metafórico que tiene forma de poblado chabolista. Este infierno es el decorado en el que transcurre la historia principal, la odisea de este chico, que también es un viaje de aventuras y de iniciación. En el fondo es un juego entre la realidad y la imaginación y entre la verdad y la mentira. De cómo ese submundo es un reflejo especular y extraño de nuestra propia realidad.

-¿Los griegos ya lo contaron todo?

-Los griegos ya plantearon todos lo temas fundamentales que han acompañado al ser humano desde el inicio. Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, por qué el amor, por qué el odio. Plantearon todas esas cuestiones, pero no las respuesta. Precisamente por eso han sobrevivido con ese vigor.

-¿En qué libros se ha inspirado para escribir su novela?

-Bueno, hay mucho de Orfeo y Eurídice, de la Metamorfosis de Ovidio, también acudí a la Odisea con la entrada al Hades y al inframundo, y al primer libro de la Divina Comedia. En toda la novela hay un guiño con el infierno de los griegos. Las cundas, que son los coches que llevan a los drogadictos al poblado, se parecen mucho a la barca que conducía Caronte para llevar a los muertos hasta el Hades.

-¿Realizó un trabajo de campo para documentarse?

-Acudí durante muchos meses a la Cañada Real para empaparme del ambiente, del lenguaje y comprender su funcionamiento.

-La novela transcurre por la noche. ¿Es algo buscado?

-Lolo entra en el poblado cuando cae la noche y el final de la novela sucede con la primera luz del día. Por la noche se pierden las referencias visuales y eso hace que el escenario en el que transcurre la historia tenga un carácter casi onírico y febril, lo que subraya mucho más la búsqueda del chico.

-¿Le interesaba abordar el tema de la familia?

-Sí, porque de ahí provienen muchas de nuestras fortalezas pero también muchas de nuestras debilidades. Me interesaba sobre todo cómo la relación entre dos hermanos crea un vínculo muy especial donde cabe el amor y el odio por igual.

-¿En ese descenso al inframundo también hay algo de crítica social?

-No era mi intención. No es una novela con mensaje. Pero lo que es evidente es que la novela muestra una realidad que suscita muchas preguntas sobre nuestra propia sociedad. Todo arde no es una obra que busque reflexionar sobre eso, pero yo, personalmente, pienso que este tipo de asentamientos como la Cañada Real evidencian una hipocresía política clamorosa que consiste en apartar de las ciudades los problemas en lugar de afrontar las posibles soluciones.

-La presencia de la mujer escritora sigue aumentando.

-Me alegra comprobar que cada vez hay más mujeres escritoras, pero aún queda mucho camino por recorrer. En el mundo de la literatura hay un desequilibrio enorme.