La tasa de paro puede que sea la cifra más conocida, y más temida, de España. 14,70%, hombres y mujeres. Un dato que disminuye en personas entre los 30 y los 34 años (13,96%) y, en concreto, en los hombres (11,89%). En cambio en mujeres asciende, más que el propio total de la tasa: 16,22%. Estas cifras representan a personas, como Andrea, la protagonista de La mujer del atardecer, el nuevo cortometraje de Nuria Rubió.

Andrea es una mujer de unos 30 años, una periodista a la que acaban de despedir que se encuentra en una encrucijada: «Debe decidir qué hacer con su vida», explica su escritora y directora. «Una historia muy de ahora», sentencia Rubió. Del presente y del pasado, ya que la cineasta reconoce haberse visto en esta situación, aunque no en la actualidad. Además admite que le «toca de cerca», muchos allegados pasan por ello: «Teniendo 35 años están en un trabajo que a lo mejor no han evolucionado nada, y están completamente perdidos». Por ello, considera que la historia también tiene una parte generacional.

Esta periodista siempre ha seguido el camino convencional: estudiar y trabajar. Pero no se ha parado a pensar en lo que quería hacer. «Está en el automático», comenta Rubió. Algo con lo que su creadora parece identificarse: «Me han dicho mucho lo que tengo que hacer y no me he parado a saber lo que yo quiero hacer». En Andrea refleja su experiencia: «Cuando verdaderamente yo he tomado mi camino, con lo que yo quería hacer, todo ha fluido mejor».

Esta esperanza es característica de Nuria Rubió, que considera la experiencia como una oportunidad. Lo cual se refleja en su obra: «El final claro que es esperanzador porque ella hace lo que quiere hacer, entonces, qué mejor que una persona se sienta libre».

Otro rasgo propio de su filmografía es la realidad que evoca. A la directora le encanta el cine social, aunque su siguiente proyecto no seguirá esta línea. Parte de este realismo nace en su intención de contar historias que conoce. Como la de La mujer del atardecer, que en verdad se basa en un hombre, su vecino. «Este señor está ahí, nadie de mi barrio le habla porque está tan concentrado que parece que le vas a molestar», cuenta con emoción.

Este personaje fue «la mecha que lo encendió todo». Los atardeceres tienen gran peso en este cortometraje, todo está rodado en la misma franja horaria. Algo dificil «porque son unas horas muy concretas». Este protagonismo se debe a su belleza y dificultad: «La verdad que yo cuando hago algo si no tengo un reto no me motivo… quería hacer algo distinto». Atardeceres que pertenecen a Gallocanta (Zaragoza) y Camañas (Teruel), ya que la cineasta quería hablar de Aragón, para que «se pueda divulgar un poco nuestra región».

Unas imágenes con las que ha colaborado Aragon Televisión. Además, en el corto aparece su meteoróloga Nuria Seró, que ya ejerció como mecenas de Rubió en su primera obra Cuando Lucas encontró a Eva. La ayuda también le ha llegado del CPA Saldué. «Fue gracias a José Manuel, un chico que estaba de prácticas conmigo», afirma. Su otra «mecha» que le dio la idea, y con la que ha conseguido material y la colaboración de cuatro personas de prácticas.

Los animales son una constante en sus obras, de hecho, la primera trata sobre el abandono animal. La figura que lo encarna esta es Lucas, protagonista de Cuando Lucas conoció a Eva, y responsable de que Andrea conozca a La mujer del atardecer. Tan realistas son las obras de esta cineasta que Lucas es su propio perro. Otra escena autobiográfica más, para Nuria Rubió: «Los perros nos acercan más a las personas».