Con la corrida concurso de ganaderías celebrada ayer en La Misericordia se abrió la temporada taurina en la capital aragonesa. El festejo, encuadrado en la Feria de San Jorge que se completará el fin de semana próximo con otros dos festejos, es el raquítico menú que el contrato obliga a la empresa provisional (la justicia ha de pronunciarse aún sobre la adjudicación en firme) en este tramo de la temporada.

En estas circunstancias excepcionales se dio un espectáculo casi clandestino, sin publicitar apenas ni siquiera en las gratuitas reses sociales. Lo milagroso es que hubiera en torno a un tercio de plaza. Los muy cafeteros, vamos.

Al reclamo de una corrida concurso cuyo formato hay que revisar urgentemente, planteándose si se quiere sacrificar el último tercio por ver acudir un toro despistado varias veces al caballo después de una interminable espera que nada aporta al espectáculo y tener que premiar al toro menos malo o al picador que mejor simula la suerte... Así está esto.

En estas circunstancias hay que tirar de matadores repescados de la fila del Inem o a través de una ETT, que estén dispuestos a la tiranía reglamentaria del chiste. Para que al final ni se goce el tercio de varas ni se le de fiesta al furo en la muleta. ¡Pa chasco!

GALVÁN, INÉDITO

Y en estas perdió menos el que más oficio acumula, López Chaves. El contundente espadazo a su primero fue la firma a una labor derechista en su totalidad (apenas se echó la muleta a la zurda), resuelta aunque espesa. Apostó por el utilitarismo, por el posibilitismo en su otro, un toro estrecho de carnes y descarado de cuerna que pasaba a ráfagas y con intermitencia. Aunque se le fue un tanto abajo, el sopapo fue de nuevo fulminante y paseó un despojo.

David Galván sorteó dos toros con posibilidades... si hubiera sido un festejo convencional. El de Carriquiri tuvo buen fondo y el de Pablo Mayoral descolgaba mucho pero pronto se acabaron ambos debido al inútil esfuerzo en el inflacionado tercio de varas. Acabó poniéndose pesado.

Quien no dejó lugar a dudas fue el alagonés Daniel Cuevas. Al de Miura lo masacró en el caballo y ante el Murteira pajareó por ahí en medio de una pitada de época. Para no volver a La Misericordia ni de espectador.

Los premios (si estamos por hacernos trampas en el solitario) quedaron así: mejor toro, Colibrí, de Murteira Grave; mejor picador, Jorge Torres y mejor lidiador López Chaves. ¡Otra de gambas!