La de este domingo era una edición de los Oscar para romper moldes, para adaptarse a cambios en la industria y la creación del cine y en la producción, distribución y consumo de películas alterada por la entrada en juego de las plataformas de streaming; para demostrar que el buen cine no sabe de nacionalidad: para probar que son efectivos los cambios que la Academia de Hollywood ha hecho en los últimos cuatro años, respondiendo a golpe de polémica, para hacerse más diversa y representativa. Quedará, en cambio, como una muestra más de la cobardía o timidez de la Academia, del dominio aún de los más tradicionalistas: el premio gordo, mejor película, lo ganó Green book.

En el triunfo puede haber tenido que ver un complejo sistema de voto preferencial en la categoría. El resultado, en cualquier caso, es que se ha impuesto una película amable sobre el racismo en el pasado, bien recibida por el público pero ampliamente cuestionada por la obvia perspectiva de «salvador blanco». Y ese triunfo, al que la película de Peter Farrelly suma el Oscar a guion original y el de Mahershala Ali como actor de reparto, llega como una bofetada para cualquier idea de avance.

LA FRUSTRACIÓN DE SPIKE LEE

En los mentideros de Hollywood ya se especulaba con que el eco de hace tres décadas podía resonar en estos Oscar y lo ha hecho. Entonces ganó Paseando a Miss Daisy mientras Haz lo que debas, de Spike Lee, ni siquiera competía. Y aunque el cineasta de Brooklyn ganó por fin a los 61 años y tras 21 largometrajes de ficción su primer Oscar competitivo, por el guion adaptado de Infiltrado en el KKKlan, el simbolismo de lo ocurrido en 2019 no se le escapa a nadie, menos aún al propio Lee. «Cada vez que alguien conduce a alguien pierdo», decía con sorna ante la prensa. Y aunque admitía que los cambios en la Academia de los últimos años han permitido algunos avances, usaba un simil de sus adorados Knicks de la NBA para analizar la victoria de Green book. «Pensaba que estaba a pie de pista en el Madison Square Garden. El árbitro se equivoca». Es una reacción moderada comparada a la indignación que domina la reacción que plasman las redes sociales.

GOLPE DURO A ‘ROMA’

Coronando a Green book la Academia también daba otros golpes, incluyendo uno duro a Roma. Porque Alfonso Cuarón lograba su segundo Oscar como director, se convertía en primer realizador galardonado por la dirección de fotografía y llevaba por primera vez el Oscar de película en habla no inglesa a México, pero se quedaba a las puertas de la historia mayor. Y aunque el realizador le había dejado clara su opinión a la Academia citando elegantemente a Claude Chabrol, que al ser preguntado sobre la Nouvelle Vague dijo «no hay olas, solo océano», su obra de orfebrería cinematográfica no será la primera película en lengua extranjera con el Oscar principal.

Tener detrás a Netflix ha jugado en su contra en una industria que ve a las plataformas aún como un enemigo y donde muchos habían identificado a Roma como un «caballo de Troya» de Netflix, que temen que en adelante no estará detrás de productos tan gloriosos ni apoyará como ha hecho en este caso su exhibición en salas de cine.

El regusto a viejo del premio gordo a Green book, además, anula en cierta forma el sabor a progreso que se había sentido con otros Oscar de este año. Porque aunque premios como el de mejor documental para Free solo o el de maquillaje para El vicio del poder entran en los parámetros tradicionales de voto, se habían marcado hitos en cuestiones de género, con una cifra récord de 15 mujeres premiadas, y de raza, también con una marca inédita de siete premiados.

Entre los tres Oscar de Black Panther, la exitosa adaptación del cómic de Marvel y primera producción de superhéroes que había llegado nunca a competir por mejor película, se cuentan los de vestuario y diseño de producción (el otro es la banda sonora) y sus ganadoras, Ruth Carter y Hannah Beachler son las dos primeras personas negras en alzar la estatuilla. Solo una mujer negra antes que ellas había ganado en una de las categorías no interpretativas (Irene Cara por la canción de Flashdance). Además de Mahershala Ali (que ganó también hace dos años por Moonlight y se suma a Denzel Washington como intérprete negro con dos estatuillas), Regina King ganó por su trabajo como actriz de reparto en El blues de Beale Street. Y Peter Ramsey, uno de los cinco ganadores por Spider-Man: Un nuevo universo, es el primer director negro con Oscar de largo de animación.

Rami Malek entra en los anales de los Oscar como primer intérprete de origen árabe con la estatuilla, una de las cuatro que acabó ganando Bohemian Rhapsody, triunfadora numérica. Y a las puertas del oro se queda de nuevo (y van siete veces ya) Glenn Close, que ni siquiera con la sensación de deuda histórica pudo contener el reconocimiento al impresionante trabajo en La favorita de Olivia Colman. La actriz británica incluso se disculpó con su ídolo («no quería que fuera así», le dijo a Close), parte de un discurso lleno de emoción que inyectó uno de los momentos vibrantes a una gala sin maestro de ceremonias.