Bárbara Allende Gil de Biedma, o Ouka Leele, como es conocida internacionalmente esta pintora, fotógrafa y escritora madrileña, se ríe cuando le preguntan de sopetón qué es para ella la fotografía. "¿Y tú me lo preguntas?", responde, pero pronto retoma el hilo para argumentar que la fotografía ha sido durante mucho tiempo para ella un instrumento de conocimiento del mundo, aunque ahora ha tratado de apartar para dedicarse a la pintura.

La fotografía le ha servido "muchísimo" para conocerse, conocer a los demás y a todos los lugares a los que ha ido, asegura en una entrevista con Efe".

Considera, además, que como el resto de su obra de arte, tanto con la palabra como con la pintura, la fotografía, al mezclarla con la pintura, es una forma de contar la realidad "desde dentro".

"La fotografía -destaca- me sirve para decir esto existe, porque la realidad ha quedado registrada, pero al pintarla, transformo los colores y consigo una realidad más mía".

Ouka Leele admite que cada una de las facetas artísticas en las que desarrolla su labor tienen su propio lenguaje, aunque es consciente de que todas sus imágenes tienen un germen inicial, una idea.

"Hay ideas que son para un medio o para otro, porque cuando tengo una idea para escribir no es lo mismo, y me interesa muchísimo crear imágenes con la palabra, pero también con la pintura y la fotografía".

La artista madrileña relata que sus inicios fueron en la pintura, disciplina que la orientaba a hacer Bellas Artes, "a ser pintora" subraya, aunque a los 16 años se "topó" con la fotografía, un encuentro que, como ella misma reconoce, le dejó "fascinada" a pesar de no saber aún cómo la iba a utilizar.

Según explica, "pensaba en la fotografía como algo utilitario, más que como una obra de arte, pero desde que empecé todo el mundo comenzó a decirme lo maravilloso que era lo que hacía y a pedir mis fotos... fue como una vorágine que dura hasta ahora".

"La fotografía -continúa- me atrapó y me llevó, y yo siempre he tratado de quitármela de encima y dedicarme a la pintura, que es algo que sigue puro ahí y que es a lo que me dedico un poco en cuanto tengo tiempo, pero la fotografía me tiene poseída".

Aunque dice no saber muy bien cómo se consigue transmitir emoción con la fotografía, Ouka Leele reconoce que desde sus inicios buscaba hacer imágenes que ella necesitaba ver pero que no las encontraba en ningún sitio, ni en exposiciones de otros, ni en libros ni en museos. "Y por eso yo las hacía para mí", rememora.

Por eso, tras percibir que la fotografía se le quedaba "corta" en sí misma, la artista ideó la forma de crear cosas que necesitaba que existieran. "Por ahí empecé, y cuando eres sincera en todos los ámbitos conectas con los demás, porque yo creo que hay algo en el corazón de las personas que se parece mucho", dice.

Asume que, a sus 61 años, todavía le queda "mucho por explorar" acerca de las posibilidades del lenguaje artístico, pero precisa enseguida que cuando piensa en explorar no piensa tanto en la fotografía sino en un mundo intangible: "como si pudiera a través de mi mano alcanzar otro plano que no se ve con los ojos y que, por lo tanto, no podría captar una cámara".

Así, afirma no estar interesada en el realismo en pintura, "porque para eso ya tiene la fotografía", recalca la artista, que centra su interés en un mundo que no ve pero que vislumbra y que quiere compartir con los demás. "Que pase a través de mí y se plasme en el papel o en el lienzo".

Ouka Leele cree, además, que la "invasión" de fotografías que han provocado las redes sociales genera un cierto "empacho", y aunque al mismo tiempo asegura "ver bien" estas formas de intercomunicación ya que "todo el mundo escribe o coge el lápiz", también reconoce que a ella, como artista, le están quitando "mucho tiempo".

Cuando mira hacia atrás en el tiempo, a los años de la "movida madrileña", queda en ella "el privilegio de haber vivido una época donde, por lo que fuera, había muchos artistas investigando y trabajando, no por un encargo o por un concurso de talentos como ahora, sino como algo personal".

"Era un movimiento formado por muchas personas, todas juntas pero cada una dedicada a lo suyo, con una investigación artística libre; la palabra que nos podía unir a todos era la libertad, porque no nos unía nada más", apunta.

Durante la entrevista, Ouka Leele posa junto al cartel que ha hecho para el Festival Internacional del Camino de Santiago 2019, en Huesca, que ha asegurado haber diseñado con "total libertad".

Aunque al inicio pensó en dibujar el gesto de un cantante mientras canta, finalmente un objeto que se encontraba en su casa comenzó a "perseguirla", una concha marina que todavía mostraba el color tostado del horno.

"Apareció primero en una estantería, y luego me encontré otra preciosa, y era algo como si viniera a mí, me persiguiera, y entonces me puse a dibujarla, y mi hija, que es diseñadora, me dijo que la imagen era muy bonita", explica.