MUESTRAS DE PAPEL ITALIANO

Julio García Caparrós

Hay tres coordenadas -que evidentemente no son las únicas- sobre las cuales podrían apoyarse los poemas de Muestras de papel italiano: el recuerdo, la percepción de los sentidos y la reflexión. Bajo la combinación de estos tres elementos puede leerse el poemario de Julio García Caparrós editado por el Sindicato de Trabajos Imaginarios, que además de ser un cuaderno de viaje o un diario íntimo del autor es un ejercicio de lo que los muy clásicos llamaban ut pictura poiesis.

El propio título del libro da una pista de esa importancia de lo pictórico ofreciendo un lúdico doble sentido: el papel italiano es un soporte cuya especial textura lo hace muy propicio para las bellas artes, pero en este caso se refiere además a que cada poema está referido a un paisaje o lugar de Italia, muchas veces citado incluso en cada título. La unión entre palabra y trazo, por si fuera poca, se refuerza con las pinturas de Rosa Álvarez Halcón que iluminan el interior y la portada del libro.

De este modo, los poemas de Julio García Caparrós pueden leerse o contemplarse como paisajes -seguramente pintados a la acuarela- llenos de líneas delicadas que apuntan a pequeños detalles: «El gato engulle / a una lagartija que sestea / bajo el sol. / Todo es así de simbólico».

Y lo mismo que la combinación de colores ofrece al espectador una sensación agradable, la conjunción de los tres elementos citados antes brinda al lector una impresión placentera.

Resulta muy significativo que en el libro predominen casi totalmente los verbos en presente; parece que así el autor persiga -y consiga- una suspensión del tiempo, una forma de fijar para siempre el momento evocado en el poema, que la mayoría de las veces se percibe como dichoso: «Extiende sin más tus ojos, / nadie tiene prisa / por abandonar la mesa». A menudo sucede lo mismo con las páginas de este poemario.