Dice que no fue por aburrimiento porque tocar «con Kiko Veneno, Raimundo Amador o Silvio es hacerlo con gente que es pata negra y nunca te vas a aburrir, pero tenía una necesidad fisiológica de sacar mis canciones». Ese impulso le llegó con 50 años a Pájaro (proyecto del guitarrista Andrés Herrera) y ahora acaba de publicar su segundo trabajo, He matado al ángel, que presenta esta noche (21.30 horas) en el Centro Cívico Delicias dentro del ciclo De la raíz.

La seña de identidad de Pájaro es la cantidad de influencias que tienen sus canciones que van desde el rock y el sonido surf hasta las cornetas de Semana Santa: «He tenido la suerte de crecer en una ciudad como Sevilla. Aquí hay muchas cosas en la calle que son muy musicales como es la Semana Santa y de ahí esos sonidos. Además, mi padre trabajaba en el cine, era jefe de cabina y me llevaba con él. Ahí me tragué todas las bandas sonoras y las asimilé y, además, estaba lo que escuchaba en casa, Louis Armstrong, Glenn Miller, Jimi Hendrix, Bambino, Lola Flores… A partir de ahí, tú quieres hacer música y tienes un montón de norte donde escarbar pero yo no me corto y he seguido siempre fiel a lo que he vivido. Pájaro es como una especie de gazpacho, pero es coherente», explica Andrés Herrera, que no deja de bromear durante la entrevista.

Son los trabajos de Pájaro una reivindicación de la música ya que una buena parte de sus canciones son instrumentales aunque sin dejar de lado la palabra: «La letra es lo que más trabajo me cuesta hacer porque yo siempre he hecho música aunque creo que, ahora mismo, es tan importante como el contenido de la letra. Si tú sales a la calle con un micro y preguntas cómo va la vida, puedes fliparlo. La gente está asustada, vivimos una época en la que hay que decir las cosas y es fundamental la letra».

Y es que la denuncia está muy presente en su último disco en canciones como Apocalipsis y El condenado: «A esta segunda puedes ponerle cualquier imagen de cualquier momento de Siria y ya te lo dice todo» ¿Es necesaria esta llamada de atención? «Creo que los músicos --explica Herrera-- tenemos la suerte de que hay mucha gente que nos va a escuchar y podemos aportar algo para que esto cambie un poco. Siempre ha habido revoluciones pero llevamos mucho tiempo sin ellas. En los 60, salió el movimiento hippie y se cantaba a la paz. Ahora, ¿qué vamos a cantar? Lo único que podemos hacer es denunciar en las canciones como hago en Sagrario y Sacramento». Preguntado sobre de quién ha aprendido más, Pájaro lo tiene claro: «De mi madre y musicalmente de todos pero también de Cervantes y Shakespeare».