Una película sobre la amistad entre el escritor naturalista Émile Zola y el pintor postimpresionista Paul Cézanne, ¿debería ser cine literario y cine pictórico a la vez? Danièle Thompson no ha tenido dilema alguno a pesar de que en los títulos de crédito mezcla páginas manuscritas con tubos de pintura y frascos de trementina. El tono del relato, que muestra la biografía artística y sentimental de los dos protagonistas en diversos tiempos, es muy literario, de ese academicismo clásico en el cine francés, mientras que el trabajo con la imagen intenta siempre atrapar la luz y los colores de Cézanne, del bermellón al azul pasando por los ocres.