Después de más de cinco años de trabajo y piedras en el camino que habían hecho demorar el comienzo del proyecto más ilusionante del director zaragozano Javier Macipe, comenzaba el lunes, 9 de marzo en Zaragoza el rodaje de La estrella azul Sin embargo, a los pocos días, todo volvió a paralizarse por las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus.

«La verdad es que lo veías venir, y apenas me dio tiempo a entristecerme pues las noticias se iban produciendo a medida que íbamos rodando, por lo que yo estaba más preocupado por lo que tenía que hacer cada día que por lo que podía suceder», cuenta Javier Macipe, que pasa el tiempo de confinamiento en la casa que su hermana tiene en Biescas, ya que acababa de dejar el piso en el que residía en Madrid.

Macipe lamenta la suspensión del que iba a ser su primer largometraje, pero, por otro lado, asume con resignación positiva una situación que no es la primera vez que la vive con esta película «pues, la verdad, llevo casi seis años con altibajos con un rodaje que con ellos se iba retrasando más y más, así que porque esperemos otro poco no pasa nada», señala, mientras apunta que más que por el rodaje en sí «estoy preocupado por otras cosas, como las empresas estables que tienen trabajadores fijos; lo nuestro está más o menos controlado y el rodaje ya se retomará, aunque es difícil saber cuándo», cuenta.

Y es que como señala la directora de producción de La estrella azul, Amelia Hernández, «el mayor problema es que participábamos tres productoras (Mod Producciones, la argentina Cimarrón de Hernán Mussalupi y El Pez Amarillo, a la que pertenece Amelia Hernández- y había que rodar también en Argentina, y coordinar todo nos había llevado mucho tiempo para que ahora se venga abajo».

La película se iba a grabar en tres fases. El comienzo en Zaragoza, en abril en Argentina y en mayo de nuevo se volvía a Zaragoza. «En cuanto a los contratos está la cosa más o menos arreglada, pues como iban también por partes, ya se han dado por concluidos los de la primera. Ahora la cuestión será cuándo podremos volver a retomar la grabación, que será en Argentina. Esa incertidumbre de cuándo se volverá a empezar es la mayor complicación pues el compromiso es seguir con el mismo equipo y las mismas productoras, pero claro, siempre que puedan y no tengan otros compromisos adquiridos», apunta Amelia Hernández.

Para la directora de producción, «es verdad que después de cinco años intentando sacar la película adelante es un palo moral, pues todavía recuerdo cuando realizamos la primera toma y Javier y yo nos mirábamos emocionados porque realmente habíamos conseguido poner en marcha el rodaje. Pero si hemos esperado tanto tiempo, nos toca volver a ser pacientes de nuevo y ya se retomará. De todas las maneras -recalca Hernández- suspender un rodaje en estos momentos, con todo lo que está pasando en el mundo, es una anécdota y más cuando además del problema sanitario existente se está produciendo un grave problema económico con empresas que están cerrando».

Y aunque Macipe también asume con dolor el golpe, mira al futuro con optimismo: «Mi padre me enseñó que siempre hay que ser optimistas y que de las cosas malas siempre pueden salir otras buenas, así que durante este tiempo de encierro trataré de mejorar la preparación de la película; siempre hay cosas por hacer», concluye. H