Después de una pausa con Extremoduro, Robe Iniesta continúa su carrera en solitario. En 2015 sacó Lo que aletea en nuestras cabezas, un trabajo que sorprendió por sus novedades estilísticas que le distanciaron de su estilo tradicional. El año pasado presentó Destrozares, canciones para el final de los tiempos, la confirmación de su nuevo estilo, más acústico y con más arreglos musicales. Robe llega a Zaragoza con su nueva gira, Bienvenidos al temporal, y tocará hoy a las 21.00 horas en la Sala Mozart.

—Su nueva gira lleva por nombre ‘Bienvenidos al temporal’ es una frase que también menciona en su canción ‘Puta Humanidad’.

—Quería expresar cosas que siento y cosas que pienso, he puesto en este disco todas mis carencias y mis errores, no me he dejado nada, lo he soltado todo. Se trata de canciones con mucha intensidad y con mucha fuerza.

—Según usted ‘Destrozares’ no es un sustantivo, es algo que ‘se entiende desde el sentimiento’.

—El término ‘destrozares’ pasó por mi cabeza y lo agarré según iba volando. No es un término que pueda explicarte yo, es algo que cada persona que escuche el disco entenderá por sí mismo.

—Después de tantos años de carrera, seguimos viendo sus conciertos abarrotados de jóvenes.

—Me hace muy feliz que mi música conecte con las nuevas generaciones, tanto la que hago ahora como la que hice en el pasado. Como artista, tengo la necesidad de hacer cosas nuevas. Va habiendo una evolución. Necesito hacer la música que me va saliendo, no puedo hacerlo de manera predeterminada. Solo cuando me sorprendo a mí mismo puedo sorprender a los demás.

­—Las letras de ‘Detrozares’ tienen un tono muy pesimista.

—Yo voy componiendo temas a medida que me salen, influidos por lo que estoy pensando en ese momento. Cuando finalmente los ves en conjunto intentas encontrar el aspecto que los engloba, y si, parece que me ha salido salido un disco muy apocalíptico, pesimista me dice la gente. Yo me pregunto: ¿pesimista o realista? Hay una diferencia con el primer disco. Lo que aletea en nuestras cabezas se compuso durante un periodo muy largo. Las cosas por aquel entonces con Extremoduro iban un poco despacio y compuse las canciones del disco en momentos muy diferentes. En Destrozares todas las canciones están compuestas en el mismo momento. Se podría decir que son de la misma época.

—Sus dos últimos discos están plagados de arreglos musicales con instrumentos de viento y cuerda. ¿Cómo se afronta el directo?

—Llevar todos esos instrumentos al directo no fue difícil, lo difícil fue acoplarlos en su día en las grabaciones. En ese sentido, el primer disco fue más de experimentación, pero en el segundo ya sabíamos perfectamente las posibilidades con las que contábamos. También suma que los músicos con los que trabajo son excepcionales, con ellos todo era un mundo de posibilidades. Nos gustó mucho poder aplicar esos matices a nuestras canciones.

­—También se ha hecho espacio para canciones más tranquilas, melódicas y acústicas.

—Sí, eso se nota en que gran parte de los conciertos que hacemos ahora son en auditorios y teatros. Son conciertos para escuchar, ver y sentir. Pero sin embargo nuestras canciones siguen teniendo mucha intensidad a pesar de que no sean de un rock muy cañero. Yo con el tiempo me voy adaptando, los primeros conciertos fueron un poco raros, pero poco a poco me voy sintiendo más a gusto y disfrutando más en este tipo de escenarios.

­—Hace poco en Plasencia, su localidad natal, reivindicó el uso de los espacios públicos para ponerlos al servicio de los músicos. ¿Se está apostando por la música? ¿Antes era más fácil?

—Cuando empecé mi carrera le levanté un local al ayuntamiento sin que se enterase y me atrincheré allí. Cuando se enteraron ya había pasado mucho tiempo. Se sigue sin apostar. No sé si alguien en algún sitio me habrá hecho caso, espero que si, tengo la esperanza.