Es uno de los representantes máximos de la época renacentista zaragozana. El Patio de la Infanta, construido en el siglo XVI, brilló en un tiempo en el que la cultura y la arquitectura que decoraba las calles de la ciudad hizo que se conociera a Zaragoza como la Florencia de Occidente. Ayer se inauguró en este espacio una exposición permanente dedicada a la infanta Teresa de Vallabriga, mujer de Luis María de Borbón, el que fuera hermano del rey Carlos III. Vallabriga fue precisamente la culpable de que hoy se conozca a este espacio como el Patio de la Infanta, ya que tras la muerte de su marido volvió a Zaragoza, ciudad que le vio nacer y que abandonó a los catorce años, y se instaló en la casa de los Zaporta, emplazamiento original del patio.

La muestra ofrece una recreación escenográfica del espacio que ocupó la infanta en vida, con mobiliario y óleos que trajo Vallabriga desde la corte. Estas piezas originales se completan con donaciones y préstamos que han hecho la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, la Colección Ibercaja y la Academia de Bellas Artes de San Luis.

ÓLEOS Y MOBILIARIO / Entre las piezas que pueden contemplarse, destacan las pinturas Adán y Eva, dos tablas al óleo de 170 centímetros de alto datadas en el 1579. También se exhiben las reproducciones de los cuatro retratos que Goya hizo a la Infanta; una reproducción del cuadro La familia del Infante don Luis, pintado por Francisco de Goya, propiedad de la Fundación Magnani Rocca; una pintura que tiene como tema principal la epifanía, propiedad de la Económica, y un variado conjunto de mobiliario y enseres que incluye un arcón de ajuar, un reloj, un banco, un sillón joya, dos escritorios y varias piezas cerámicas. Se trata de un seleccionado conjunto de piezas que recrea la residencia de la Infanta y reconstruye el ambiente de la casa y la imagen de la misma que percibirían los visitantes del Patio en la época.

La exhibición Teresa de Vallabriga. Infanta de España se enmarca dentro de Zaragoza 2018. Conmemoraciones de los aniversarios de la ciudad, una iniciativa coordinada por Domingo Buesa, presidente de la Academia de San Luis. Según comentó Magdalena Lasala, comisaria de la muestra, la exposición también supone la culminación de un plan cultural que comenzó en el año 2011 para «dinamizar este espacio y convertirlo en un valor patrimonial con actividades dirigidas a que el público conociera su existencia».

Durante la presentación de este proyecto también hubo tiempo para hablar no solo de las piezas exhibidas, sino del espacio significativo que lo acoge. Este patio, que volvió a Zaragoza en los 80, no solo fue residencia de Vallabriga: Ramón de Pignatelli fue otro de sus ilustres inquilinos. «Pignatelli soñó con hacer una Zaragoza moderna y abierta al mundo, Vallabriga se limitó a acogerse a ese regazo maternal de la ciudad que nos ilustra y nos protege. Los dos nos enseñaron lo importante que es vincularse a la tierra y luchar por ella», concluyó Buesa.