La sección competitiva de la 54 edición de la Berlinale se abrió ayer con la película sueca Daybreak , de Björn Runge, y la francesa Confidences trop intimes , de Patrice Leconte, que fue la nota destacada del día. La cinta francesa es un thriller sentimental que parte de un equívoco: Anna (Sandrine Bonnaire) va a la primera consulta de un psiquiatra pero se equivoca de puerta y entra en el despacho de un consultor financiero (Fabrice Luchini), quien, atónito, asiste a las confesiones de la mujer.

Un inicio vigoroso, con toques de comedia, que paulatinamente se va tiñendo de misterio, sobre todo después de que se aclare el equívoco. El suspense se cierne sobre el personaje femenino, ya que Leconte, con su habitual picardía, da una serie de pistas harto sospechosas sobre la personalidad de Anna. Sandrine Bonnaire y Fabrice Luchini, en su primer trabajo juntos, desarrollan una interpretación impecable.

"Con esta película tengo la impresión de haber tocado techo en algún sentido. Es el último filme que hago con este tipo de estructura argumental, acerca de la vida y de los sentimientos", reveló el celebrado autor de El marido de la peluquera .

El cineasta indicó que la película se había rodado en orden cronológico, lo que consideró muy bueno para la relación que mantienen los protagonistas. "La perfección es lo más aburrido del mundo. Soy partidario de hacer imperfecciones controladas en mis rodajes porque da más sensación de imprevisto, de vida", dijo. Tras declararse todo lo contrario de un intelectual, Leconte se definió más intuitivo que reflexivo.

Una recepción más fría tuvo Daybreak , una película coral en la que intervienen Pernilla August y Jakob Eklund, que muestra los problemas sentimentales de cuatro parejas en la Suecia actual. El planteamiento es más visceral y menos filosófico que el de los filmes de Bergman, pero las piezas no acaban de encajar.