TITULO: Emilio de Arce, un hombre libre

LUGAR: Casa de los Morlanes

FECHA: Hasta el 5 de diciembre

HORARIO: De martes a sábado, de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 horas. Festivos, de 10.00 a 14.00 horas.

Emilio de Arce (Zaragoza, 1948-2002) era "soñador, iluso, generoso, rebelde y disconforme" y ahí están esos cuadros desde el titulado Granada 1970 en el que alguien pasea indiferente entre cadáveres hasta las frías Habitaciones del 2000 pintadas sobre cartones. En medio, 30 años de reflexión de un hombre que dijo que "pintar es un modo de pensar y de razonar como otro cualquiera". La trayectoria de Arce tiene un raro subrayado de sangre.

Arce usa el rojo violento con cuidado, pero también con intención y valentía, sin evitarlo: desde el coche que parece engullir a su víctima hasta el despojo humano derrotado una tarde de domingo frente a las posibilidades visuales del icosaedro. Emilio de Arce ensaya primero con el tiralíneas sobre barcos encallados en sus propios esqueletos.

Vuelve después al color, pero es el rojo, sobre todo, el que regresa ahora como un conjunto de grumos que acecha por detrás a la tristeza de unos personajes a la espera aceptada de lo que se acerca, inevitable y sanguinario.

Nunca se pierde el concepto, ni siquiera en la etapa fauvista de los personajes desaforados. Y llegan a finales de los 90 esas puertas metafísicas como venas azules del espacio que se quiebran y deshilachan en rojo, en medio de una paciencia infinita.

Su última etapa se enreda en nudos ontológicos, naves que se desencuadernan y desestructuran como cubos de rubic. Espacios tratando de salirse del espacio, máquinas que intentan latidos o giros imposibles frente al tope impuesto por una línea. Pero siempre transparencia, dentro de la pugna inevitable.