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Tu mejor amigo

Lasse Hallström

No hay forma más fácil para hacer llorar al espectador que mostrarle la muerte de una mascota y, mientras contempla cómo el alma de un perro que se reencarna en sucesivos cuerpos caninos. Y cuando no se dedica a manipularnos mecánicamente con su emotividad barata, simplemente se recrea en imágenes de adorables chuchos y chistes de pedos y cacas caninos a bordo de las que nos conduce hacia su gran mensaje final: que los perros vinieron al mundo para regalar su servilismo a los humanos. N. S.