El Premio de la Paz que hoy recibirá el escritor húngaro Péter Esterház clausurará la Feria del Libro de Fráncfort. Ayer, como es tradicional, el premiado ofreció una rueda de prensa en la que se mostró como un hombre apolítico y con una hábil utilización de la ironía para rehuir la polémica.

Esterházy, hombre de fácil sonrisa y aleonada melena canosa, presente desde hace años en esas listas de cantidatos al Premio Nobel que nunca atinan, se definió en su comparecencia ante los medios como "irremediablemente europeo".

El Premio de la Paz, uno de los más prestigiosos galardones europeos, lo entrega desde 1950 la asociación de libreros y editores alemanes a una personalidad que se haya distinguido en la defensa de ese ideal. El año pasado lo recibió la escritora norteamericana Susan Sontag, y en años precedentes, Hermann Hesse, Karl Jaspers, Nelly Sachs, Octavio Paz, Ernesto Cardenal, Amos Oz, Jorge Semprún, Mario Vargas Llosa y Assia Djebar, hasta un total de 56 galardonados.

Esterházy ha logrado el premio por ser considerado una voz que conecta con las nuevas generaciones y que ha demostrado capacidad para superar "el terror y la violencia".

Esterházy se mostró escéptico ante la posibilidad de un uso político de la literatura y eludió pronunciarse sobre el ingreso de Turquía en la Unión Europea, sugiriendo que, antes, es necesario que los europeos piensen menos en costos económicos y más en sus propios valores porque, añadió, "¿qué valores son esos?". Recordó que estudió matemáticas, aunque hubiera preferido la filosofía o la literatura que no pudo cursar porque la dictadura, añadió, "no me quería ver dando clases en los colegios, cerca de la juventud".