Del piano de Juan J. Ochoa no salen notas sino imágenes, movimientos, coreografías… Y no es que este joven y fascinante pianista componga solo para danza, no; pero ocurre que tiene el baile en la cabeza. Todos los bailes, podría decirse. Ochoa, que cerró el jueves en el Centro Cívico Universidad el interesante y arriesgado ciclo de tres conciertos Piano Piano, sitúa su propuesta en la línea de reconocidos compositores e intérpretes como el alemán Hauschka. Trabaja con piano preparado (introducción de objetos entre las cuerdas que modifican el timbre del instrumento) y técnicas extendidas sobre las teclas o las cuerdas (doble escape, resonancias fraccionarias, pizzicato, glisando, fricción, notas apagadas, armónicos, acciones percusivas…). El resultado son estructuras cercanas al concepto de música electrónica. Pero ojo: este aragonés residente en Barcelona no es un escapista de la melodía ni hace ascos a las tonadas populares.

El jueves, tras el prólogo y la pieza Eurídice, de Without Orpheo, el que será su nuevo disco, abordó In Progress, una estimulante pieza su álbum del mismo título; una composición nueva, y la evocadora Mediterraneum, también de In Progress. Siguió la singular Can I Play This?, en la que el espíritu del minimalista Steve Reich, los ecos copleros de Concha Piquer (Tatuaje) y la creación del propio Ochoa se enredan como cerezas. Las espléndidas Longing For Breath y Crystalline dieron paso a Cuatro, con María Palacios, cuyo desarrollo técnico pudimos observar en imágenes tomadas por Marta Azparren directamente sobre las cuerdas con microscopio y endoscopio (toda una colonoscopia pianística). Y para despedir, un epílogo también conceptual: si hasta ese momento habíamos asistido de alguna forma a la simulación acústica de la electrónica, en ese punto entramos en la conjunción acústico-electrónica con Babylon Remix, en combinación con María Palacios y Pau Esantía, encargado del sonido y de las bases sintéticas. Se ampliaba así el círculo de la danza contemporánea, llegando hasta el corazón de la mismísima rave. ¡Venga, venga!