La ópera prima de la aragonesa Pilar Palomero, Las niñas, se ha llevado este domingo los galardones más importantes también en los Premios Gaudí que entrega la Academia del cine catalán. Junto a La vampira de Barcelona, primer largometraje de Lluís Danés, que al final cosechó cinco estatuillas, fueron las triunfadoras de una atípica gala y, sin embargo y pese a todo, presencial.

A pesar de ser su debut en el largometraje, Pilar Palomero ya se ha acostumbrado a recibir premios y este domingo no se rompió la tónica. Además del premio a mejor película en lengua no catalana (algo que parecía cantado antes de la gala), ella consiguió también el de dirección. En su discurso tras recibir el premio, la directora explicó que el rodaje de la película fue «un viaje increíble», ahondando en la idea que ha venido expresando en esta tourné de premios de la que ha salido triunfadora. Pero la película consiguió aún más reconocimientos. Daniela Cajías, que también se hizo con el Goya, recibió el premio a mejor fotografía y Amanda Villavieja, Alejandra Molina y Fernando Novillo recogieron el premio a mejor sonido.

En una vertiginosa ceremonia, sin presentador, hubo momentos reivindicativos como los protagonizados por la presidenta de la academia, Isona Passola, la ganadora del Gaudí de Honor, Carme Elías, o el equipo del telefilme La mort de Guillem, que reivindicaron la libertad de expresión, u otras intervenciones de los artistas que entregaban gaudís, como la de Leticia Dolera, con alusiones a los desahucios. Los pasajes más divertidos fueron protagonizados por Andreu Buenafuente en un «monólogo homenaje» a Pepe Rubianes, por Candela Peña al recoger el Gaudí a la mejor actriz al bromear que «así Movistar sabrá que hago algo más que la jueza Candela Montes» de la serie de televisión Hierro, o el impactante inicio de la gala, con un Josep Maria Mainat desplomándose sobre el escenario.

Con un 54% de candidaturas nominativas para mujeres profesionales, los galardones siguieron la tendencia premiando a doce mujeres frente a diez hombres, al tiempo que hubo reconocimientos a mujeres en categorías tradicionalmente masculinizadas, como fue el caso de Daniela Cajías.

En el apartado interpretativo, se reconoció el luminoso trabajo de Candela Peña en La boda de Rosa, de Icíar Bollaín, en el que es su segundo Gaudí tras el conseguido con Una pistola en cada mano. También repitió como vencedora Verónica Echegui, que obtuvo el Gaudí a mejor actriz secundaria por su visceral personaje en La ofrenda, de Ventura Durall. Uno de los momentos más emotivos de la gala llegó con el Gaudí de Honor, que recogió Carme Elías de manos de Vicky Peña.