La pandemia mundial del coronavirus, el confinamiento, el paréntesis sufrido en la sociedad, los héroes que antes ya estaban ahí y no veíamos, las muertes en soledad... todo ello y más ha dado en estos meses de encierro un buen material para los creadores de todos los géneros, desde los músicos, que han ido publicando en Internet sus composiciones inspiradas en esta crisis, a escritores (en los próximos meses veremos numerosos libros dedicados a la situación que estamos viviendo) y también los pintores. Un buen ejemplo de los artistas plásticos es el zaragozano Rafael Navarro, quien cada mañana durante estos dos meses se ha encerrado en su estudio para alumbrar las que denomina Pinturas negras del coronavirus, pues como él explica, «he querido seguir el ejemplo de Goya, que supo dejar testimonio gráfico del momento que vivió entonces en la guerra de la Independencia; y esa era también mi idea, contar lo que está pasando como testigo del tiempo que estamos ahora viviendo».

Navarro es autor de numerosas y muy variadas obras, que en su mayoría siempre han transmitido, digamos, un espíritu optimista. Suyos son trabajos como las pechinas de la iglesia de Cubel y las de Villanueva de Jiloca, decorados para varias zarzuelas del Teatro Lírico de Zaragoza, los sellos de correos dedicados en su momento al centenario de José Martí o a la ciudad de Tarazona, los altares de la ermita de Candasnos y del monasterio de Monlora, las cerámicas del peirón que hay al otro lado del puente de piedra en la entrada del Arrabal o las ilustraciones del cuento Blaky el revolucionario, que con guion de Miguel Cortés adapta las novelas cortas de Azorín Perro I y Perro II.

OTRA MIRADA / Sin embargo, la crisis sanitaria hizo variar en cierta forma la manera de mirar del pintor. «Aunque parezca que lo digo por decir, la verdad es que todo empezó con un sueño, con una pesadilla en la que había un montón de figuras de barro sin rostro frente a un abismo y que trataban de salir de un agujero. Eso me llevó a hacer el resto», cuenta. Fue la primera obra de la serie y también la única que de momento está realizada al óleo, «pues las demás son bocetos a la acuarela que ya veremos si las paso a lienzo o no».

Al mundo ante el abismo le siguieron Demasiados náufragos, o Navegando hacia la muerte, en los que el mundo a la deriva recuerda a las pateras de los inmigrantes en un mar lleno de peligros; Lágrimas negras, Otoño en primavera... pero llega un momento en el que regresa el Rafael Navarro positivo, y a medida que fueron pasando los días aquellos títulos de tan mal augurio se fueron convirtiendo en otros como Estalla, con el coronavirus hecho pedazos; Se ve la luz, en el que se atisba la salida de un túnel « y que de alguna forma refleja que ha vuelto la esperanza, que vemos que hay algo más después y que no se cierra el mundo», dice Navarro, quien concluye la serie con un homenaje a los sanitarios y el resto de personal que está ayudando a todos a superar estos momentos. «Formo parte del grupo pictórico El callejón, junto a otros tres autores, y cada año hacemos una exposición con una temática que este año iba a ser el agua, pero yo voy a proponer exponer esta serie pues espero que el año que viene ya esté pasada de moda», concluye el pintor.