Cada vez que Piotr Beczala ha saludado al público miraba al frente primero y luego a cada uno de los lados, ceremonia que ha repetido al mismo tiempo que saludaba con la mano cuando, acompañado de la pianista Sarah Tysman, ha abandonado el escenario. Es solo un gesto que algunos probablemente relacionarán directamente con lo que debe ser el trabajo de una de las consideradas mejores voces del mundo pero la realidad es que todo en el tenor polaco sonaba a sinceridad y verdad. O por lo menos, todo lo que ha concernido a su actuación de esta noche en la sala Mozart con la que se ha abierto el ciclo que conmemora el cuarto de siglo del Auditorio de Zaragoza.

Acompañado de la francesa Sarah Tysman al piano, Bezcala ha arrancado su actuación con Mattinata de Leoncavallo donde ya ha cosechado unos aplausos que se han prolongado cuando ha encadenado piezas de Karlowicz y las Canciones gitanas de Dvorak pero que han tornado enseguida en gritos de bravo cuando el tenor ha brillado en su interpretación de Sadko, canción hindú, de Rimski-Korsakov. Ha sido justo en el tramo final de la primera parte del concierto que se ha cerrado con Recondita Armonia y E lucevan le stelle, de Puccini, cuando nuevamente se ha metido a un público en el bolsillo que ya había obligado al dúo a salir a saludar después de que se retirara para realizar el descanso.

Tras los 20 minutos de asueto, Bezcala ha regresado al escenario con la misma sonrisa, tranquilidad y aplomo para encarar una segunda parte en la que el público nuevamente ha ido de menos a más. Quizá el punto de inflexión ha sido su interpretación en Mamma son tanto felice, de Bixio, pieza tras la que han vuelto a resonar con fuerza unos bravos que ya no se han dejado de escuchar casi hasta el final del concierto. Después han venido Le rêve de Des Grieux, de Massenet; la Aria de la flor de Carmen de Bizet y Pourquoi me réveiller de Werther, compuesta por Massenet... pero aún faltaban los bises que aunque estaba claro que iban a llegar, el público los ha reclamado con casi cinco minutos de aplausos.

Y vaya que los ha concedido Piotr Bezcala. Se le notaba cómodo y ha conectado rápidamente con unos espectadores que han disfrutado de dos bises sabiendo que el final del concierto se acercaba... Y lo ha hecho hacia las 21.45 horas y aunque las luces ya indicaban que la actuación había llegado a su fin, el público todavía le ha regalado otra retahíla de aplausos al tenor polaco. La verdad ha salido a la luz. Y el aniversario del Auditorio solo acaba de empezar.