El nombre del superventas Javier Sierra, turolense, ha sido un runrún constante en las quinielas de los últimos años al Premio Planeta. Se podría decir que el Dan Brown español, experto en novelas históricas enigmáticas, no necesitaba el galardón mejor dotado de la edición español -601.000 euros- para consolidarse como uno de los grandes plusmarquistas del best-seller esotérico. Pero lo que sí es seguro es que Planeta, el sello en el habitualmente publica, sí lo necesita a él. Así que solo era cuestión de esperar. Lo ha logrado en la 66ª edición del premio con la novela de misterio y aventuras El fuego invisible. Sierra se convirtió así en el cuarto aragonés en ganar el Planeta (junto a Santiago Lorén, Ramón J, Sender y Soledad Puértolas, que se lo llevó en 1989).

Quizá en un momento de incertidumbre política como este, con el inminente traslado de su sede social a Madrid, el gigante español no ha querido arriesgarse con un producto más literario y sí ir a lo comercialmente seguro. Por eso ha dado el espaldarazo a un autor que como Sierra es el primer escritor español -y el único- que hasta el momento ha entrado en la lista de los diez más vendidos en Estados Unidos.

Junto a un satisfecho y muy profesional Javier Sierra -es un hombre con muchas horas de vuelo televisivas- en la gala del premio se situaba ayer noche la finalista Cristina López Barrio, que hasta el momento publicaba su novelas en el sello Plaza & Janés, en el ámbito del grupo competidor Penguim Random House. Su novela, que recogerá 150.250 euros, se titula Niebla en Tánger.

En esta ocasión los reyes de España, Felipe y Letizia, no acudieron a la cena de gala. Aunque tradicionalmente no lo hagan cada año pero sí el pasado cuando la pareja real compartió una tensa velada con Carles Puigdemont. Así que la representación política en la cena de la gala fue, esta vez de perfil más bajo. Presumiblemente, con su ausencia, Puigdemont quiso manifestar su malestar después del anuncio del cambio de sede del grupo.

El fuego invisible, la novela ganadora con la que Javier Sierra se presentó a concurso bajo el seudónimo de Victoria Goodman, es una intriga de aventuras. Está protagonizada por un experto de la universidad de Dublín, de origen español, que de visita en Madrid se ve involucrado en la conspiración de un grupo de estudiosos del Santo Grial que investigan el mítico objeto sagrado desde las perspectivas literaria y artística, pero en definitiva mucho más próximas a las elucubraciones lúdico-misteriosas de un Indiana Jones. Naturalmente, no faltará un asesinato para aliñar el misterio.

El escritor Juan Eslava Galán, miembro del jurado junto a Alberto Blecua, Fernando Delgado, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs y Emili Rosales, ha dicho que la novela premiada «sorprende por su gran erudición» destacando su «acción trepidante, los muchos y variados escenarios, todos en España, así como una gran riqueza de referentes culturales».

Javier Sierra (Teruel, 1971) que además de escribir ficciones también ha presentado programas televisivos al estilo del Cuarto Milenio de su amigo Iker Jiménez (fue también colaborador en aquel programa) suele documentarse profusante para sus novelas, como su homólogo Ken Follet, pero también realiza mucho trabajo de campo. Previamente a escribir El ángel perdido escaló el Monte Ararat, en Turquía donde la leyenda recoge que el Arca de Noé tocó finalmente tierra. También se pasó una noche completa en solitario en el interior de la pirámide de Keops queriendo emular la noche que Napoleón pasó allí y que sirvió de base a su última novela, La pirámide inmortal.

Respecto a la finalista, la novela de López Barrio (Madrid, 1970), Niebla en Tánger, también está marcada por el misterio. Un ama de casa tiene una aventura de una noche con un hombre del que lo desconoce todo. La única pista con la que cuenta la mujer para volver a encontrarle es el libro que él estaba leyendo, un indicio que acabará conduciéndole a la ciudad de Tánger.

La novela es «un coctel literario perfecto en el que se mezclan misterio, indagación policiaca,un doble plano temporal y una brillante exposición de personajes».