Muchas fueron las anécdotas que Pere Serra, gran amigo de Miró, contó del artista. Unas, de su rechazo a la dictadura: "Cuando iban a hacer a Miró Hijo Adoptivo de Palma y supo que Manuel Fraga iba a estar presente en el acto, el artista se puso un termómetro, dijo que tenía dos décimas de fiebre, y no se presentó". Otras, sobre su personalidad: "Era humilde y sencillo, pero al hablar de su obra tenía un punto de vanidad. Si le preguntabas quién era el mejor pintor, contestaba: Picasso; el segundo: Picasso ¿y después?... Están Kandinsky, Klee y yo mismo", decía sin pudor alguno.