Platero es pequeño, peludo, suave, tan blanco por fuera, que se diría todo de algodón.... Así comienza uno de los relatos más leídos de la historia, que este año celebra su centenario y que vio la luz de forma fortuita en 1914, gracias a un enfado entre su autor, Juan Ramón Jiménez, y Zenobia Camprubí. Así lo explica a Efe Carmen Hernández-Pinzón, la sobrina nieta del poeta de Moguer (Huelva) y representante de sus herederos. "Platero no era un libro que quisiera publicar Juan Ramón. Él lo pensaba incluir en sus obras completas, y, como éstas no las dio nunca, pues jamás hubiera visto la luz si no es por este enfado con su amada Zenobia, que retrasó una traducción de Tagore que él había prometido entregar a un editor y para la que tenía que contar con la gran ayuda de ella".

GINER DE LOS RÍOS "Entonces, ante la imposibilidad de poder hacerlo en ese momento con Zenobia, y ya muy agobiado, a Juan Ramón no le quedó más remedio que entregar Platero". Y así lo recoge el propio poeta y premio Nobel en una carta a su amada, con la que al inicio tuvo una relación complicada. "Antes --escribe Juan Ramón--, cuando volvía a casa por la Castellana, me encontré a Acebal, el director de La Lectura. Hablando de la biblioteca (que ahora va a publicar) para niños, me rogó que hiciera alguna cosa a propósito". "Yo había pensado, hace meses --continúa el poeta--, darle una Elegía en prosa que tengo escrita; unas escenas entre el asnucho y yo. Pero como ahora este librito va en la edición completa de mis obras, no me conviene darlo... Le he propuesto una traducción del libro de Tagore que esta tarde me ha enseñado usted...".

De modo que la publicación de Platero y yo es fruto del azar y también del impulso de Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, a quien le encantaba y quien lo tuvo en la mesilla de noche hasta el último día de su vida. "Giner de los Ríos le dio el espaldarazo total al libro porque en él se daban también todos los principios de la Institución Libre de Enseñanza, el amor por los animales, la naturaleza, la sencillez, la vida en el campo, los valores humanistas y universales...", apunta Hernández-Pinzón.

Y a todo esto Platero, el burrito más famoso, ya se ha hecho centenario en 2014, y en este año que ahora comienza se le rendirán honores con más de un centenar de actividades, y él volverá a ver las flores y las estrellas que le prometió su autor, en el llamado Año de Platero.

Un congreso internacional en noviembre, reediciones, una edición especial con dibujantes de todo el mundo, lecturas, un recorrido por Moguer con un circuito juanramoniano, una exposición al aire libre, conferencias, música y nuevas traducciones, marcarán una programación que tendrá extensión local, nacional e internacional.