INTERPRETES: Anna Savytska (violín) y Duncan Gifford (piano)

LUGAR: Sala Mozart del Auditorio

FECHA: Domingo, 29 de febrero

ASISTENCIA: Lleno

Es costumbre del Ciclo Introducción a la Música ofrecer un recital del último ganador del Concurso Sarasate de Pamplona. La ucraniana Anna Savytska fue la vencedora en el 2003 y aquí la tuvimos ayer en su matinal correspondiente, acompañada al piano por el joven Duncan Gifford, australiano y afincado en Madrid.

Anna Savytska es una violinista de técnica brillante y gran volumen sonoro, que no se arredra ante las dificultades y luce siempre afinación precisa y muy correcto sentido de la frase, excelente al volcarse en músicas apasionadas.

El recital de ayer no era una sesión de música de cámara propiamente dicha: lo único que entraba en ese espíritu era la Sonata Op.30 nº1 de Beethoven. Aunque los intérpretes tenían la página más que bien trabajada, los resultados en este repertorio rara vez son óptimos en colaboraciones temporales de músicos y cuesta su tiempo de trabajo alcanzar la necesaria empatía. Fue ésta la única obra en que Gifford tenía un papel equiparable al de la violinista y aprovechó para mostrar su calidad de sonido y limpieza de articulación.

Antes de Beethoven, el Preludio y allegro de Kreisler (un pastiche al estilo barroco) nos enseñaba un lado más enfático del violín. Después, dos piezas de Chaikovski, originales con orquesta, daban un toque ligero y brillante al final de la primera parte.

El segundo período se iniciaba con la muy rara vez tocada Fantasía Op.131 de Schumann, con la parte orquestal vertida al piano por Kreisler. Los jóvenes intérpretes defendieron la página con convicción, cohesionando el discurso de una obra que tiene sus vaivenes, pero despliega la típica inspiración melódica de su autor. La breve Canción de cuna de Fauré fue el nexo entre la música seria y dos páginas de Sarasate, una ofrecida en programa y otra como propina: la Fantasía sobre Carmen (donde lo mejor es la música de Bizet) y los Aires gitanos . Música enfática y sobrecalentada, pero muy bien tocada por la ucraniana en su infinitud de dificultades y con sendos finales trepidantes bien llevados por ambos músicos.