«De la peor circunstancia se puede sacar oro». Esta frase que el violinista pronuncia en Ara Malikian, una vida entre las cuerdas, resumen perfectamente lo que quiere contar el documental, que firma la zaragozana Nata Moreno y que esta noche se estrena en el Festival de Cine de Málaga.

La idea de la realizadora es mostrar «más que la carrera exitosa del artista, las dificultades de la vida de un ser humano que llega a convertir algo muy duro en algo muy luminoso» porque los hombres «somos poderosos y el amor hacia algo y el trabajo te puede salvar la vida», señala Moreno.

El documental muestra imágenes de la gira del violinista libanés al mismo tiempo que cuenta su fascinante historia personal. Todo comenzó cuando falleció el «papá de Ara y nos mandaron desde Marsella 25 cajas que inundaron nuestra casa», cuenta Moreno, pareja de Malikian. Buceó en ese material «y me encontré una historia de amor de un padre hacia su hijo porque durante décadas llevó consigo esas cajas con recortes» de Ara cuando tenía cinco o seis años, superochos con diez años tocando el violín o cintas grabadas con su música.

Fue entonces cuando Natalia Moreno, actriz, se decidió a contar junto a Ara, la historia de su vida «desde el punto de vista femenino -el de Moreno-, y desde el de una madre, la de Ara, que tuvo que dejar partir a su hijo con trece años por una guerra y que no lo vio en siete, con el sufrimiento que eso conlleva».

Es una historia real aunque también hay parte de «recreación». El documental comienza con el abuelo de Ara durante «el genocido armenio, pero pasamos también por la guerra del Líbano y llegamos a España». El rodaje, además de los conciertos por todo el mundo, tuvo lugar en Zaragoza, Madrid, Líbano, París, donde viven sus hermanas, o Marsella, donde vivía su madre. Ara Malikian volvió a Beirut y a la casa en la que vivió 30 años después. «Yo lo llevé a su casa para que se encuentre con sus vecinos» y allí coincidió con un vecino, el mejor amigo de su padre», al que no había visto desde que con 13 años y cayendo bombas «se lo llevaron a Alemania». «Se ven y se abrazan y eso se ve en el documental, pero yo que lo he vivido creo que hay algo que tiene la piel que por muy bien que lo hagas no traspasa. No sé si se puede contar con imágenes», reconoce Moreno. Y quizá tampoco con palabras.

Su viaje al Líbano, donde no había ido desde niño es quizá la parte más emotiva, «pero yo le he cuidado porque las historias se pueden contar sin hacer prensa amarilla ni dramatismo fácil». En este sentido, asegura que Ara ha sido «muy generoso» porque en las entrevistas que le hizo «cuenta en alto cosas con respecto a su infancia y a sus padres que es la primera vez que hace y se nota en su mirada».

A la directora, el rodaje le ha ayudado a «conocer la cultura armenia y a saber qué significa exterminar a un pueblo» y al mismo tiempo a «construir un legado» para el hijo que tienen juntos «de sus antepasados que ya no están». El público quizá vea «una realidad que está a la orden del día, que son los refugiados. Ara era un señor refugiado», señala. Y es que aunque le pidan autógrafos y sea un músico de talla mundial «no hay que olvidar que este hombre estuvo ahí, que las circunstancias de la vida no cambian el fondo». En este sentido, el documental es «un abrazo grande a no ser prejuicioso y a no tener miedo a lo diferente».

El documental ya se proyectó en el Festival de Guadalajara (México) y fue «fantástico». Esta noche, en Málaga, «una gran ventana», Malikian viajará con el público por su pasado.