De la obsesión de un ser humano con la muerte, pero empeñado al mismo tiempo con el deseo de vivir, nació en el año 2010 Espectral, un poema largo escrito en prosa fragmentada cuyo responsable lleva el nombre de Ángel Guinda. El poeta aragonés, padre del texto, ha visto ahora su obra publicada de nuevo pero con un complemento que nunca imaginó que llevaran sus líneas: las ilustraciones del dibujante Josema Carrasco. Entrelazando el trabajo de ambos ha nacido así el cómic Espectral, una visión renovada de la obra de Guinda que permite indagar de una forma más visual en la mente del creador, que es el protagonista de su propia historia.

«Me ha retratado muy favorecido», ríe Guinda con el libro en la mano con un gesto que delata su satisfacción. «Cuando me propusieron esta segunda edición con forma de cómic desde la editorial me asusté un poco, me mostré prudente. Pero cuando comenzaron a mandarme páginas sueltas me quedé sorprendido. Ver mis poemas en imágenes es alucinante, y además Juanma es un maestro en la materia», añade el escritor. Personalmente, ambos artistas no se conocían entre ellos. Guinda sabía del trabajo de Carrasco y viceversa, pero no fue hasta este verano cuando pudieron compartir impresiones cara a cara.

RECUERDOS

Además de sus obsesiones, Espectral contiene los recuerdos y vivencias de Guinda. Con su voz grave y profunda, que le está cambiando según dice porque ha dejado de fumar, narra la forma en la que vivió Zaragoza cuando apenas era un niño e iba de la mano de su padre por el paseo Independencia. Todo eso, también está ahora en el libro ilustrado con imágenes púrpuras, blancas y negras, los tres colores que mandan en esta edición. «Yo veía en Zaragoza rinocerontes con cabeza de hombre, hombres con cabeza de pistola, hombres con cabeza de falo -lee Guinda en su propio libro-. Todo esto ahora está retratado, míralo, Juanma ha sabido captarlo todo perfectamente».

Con este nuevo formato, que necesita de la vista para ser comprendido, el poeta espera que haya nuevos lectores que puedan interesarse por su obra. Desde jóvenes adolescentes, «para los que la imagen es muy importante», hasta los amantes del cómic, todos pueden encontrar en esta nueva versión de Espectral algo que les enganche. El libro, para el propio Guinda, es una traducción, «no del castellano a otra lengua, sino del lenguaje lírico a la imagen». «Eso de que una imagen vale más que mil palabras se comprueba aquí», asegura.

UN TRABAJO DE DOS

El proceso ha resultado «enriquecedor», y el escritor manifiesta que en ningún momento intercedió en el trabajo de Carrasco. A un ritmo «de vértigo pero pausado», sea lo que sea que eso signifique, el dibujante tuvo el cómic listo en un año; doce meses durante los cuales Carrasco iba enviando algunas píldoras de su arte a Guinda, que las recibía como regalos, tal y como reconoce. «El resultado es alucinante -insiste el poeta-. No es fácil hacer esto, y además creo que no se podría hacer con otras obras mías. Espectral es fruto de un proceso imaginativo desbordante, lo cual lo diferencia de mis otros libros, que son más intimistas y contenidos».

Acompañado de algunas referencias, a Goya entre otros, el lector puede recorrer este libro de la mano de su autor, que admite que no se trata de una obra fácil de definir, ya que contiene elementos de corrientes diferentes entre sí. Guinda escribió Espectral cuando se jubiló al cumplir los 60 años, en un momento en el que encontró que disponía de su propio tiempo para hacer lo que quisiera. Justo entonces sus obsesiones se transformaron en poesía, que surgió «como si de un torrente se tratara» a lo largo de un año.

Salvador Espriu ya le advirtió hace 40 años a Ángel Guinda que la carrera de un poeta ha de ser un aprendizaje constante. Pues bien, vista la sorpresa y la satisfacción con la que Guinda coge su nueva obra, eso se hace evidente. «Uno sigue creciendo con estas cosas», concluye el autor.

El cómic Espectral se presentó ayer en el Teatro Principal de la mano de sus creadores. A partir de ahora ya está en la mano de los lectores tratar de comprender a un poeta obsesionado a través del dibujo.