PHASMA

J.L.M. Mallada

RIL editores

Hay quien considera que la poesía debe generar sus propias normas, y que trascender las reglas del lenguaje es lo que efectivamente da validez a la creación poética, aunque se haga más difícil para el lector. En cierto modo es lo que sucede con Phasma, un libro firmado por J.L.M. Mallada, que ha publicado encomiable buen gusto RIL editores.

Quizá para adentrarse con una cierta seguridad en las páginas de este libro sea buena idea dejarse aconsejar por las notas de lectura que abren el poemario, firmadas por un autor conocido por su exigencia como lector y poeta: Francisco Ferrer Lerín, que a pesar de negarse explícitamente a dar claves del libro, por lo menos sí que brinda una pasarela por la que poder penetrar, aunque con cuidado para no caer en el abismo, en los poemas de Phasma: «Tiende Mallada”, señala Ferrer Lerín, «a la síntesis, al dominio del jeroglífico y, normalmente, al frío».

Seguramente el primer interesado en no ponerle las cosas fáciles al lector sea el propio autor. En la solapa del libro ya se explica que Phasma «constituye un ejercicio dilatado en el tiempo dentro de una labor de búsqueda e introspección vital» por parte de J. L. M. Mallada, y esto puede explicar, aunque no clarificar, buena parte de la naturaleza de estos versos.

Con una cadencia poliédrica, los poemas van dictando su propia lógica, y solo quien admita estas reglas del juego podrá disfrutar del mismo. En los versos hay atisbos de lugares -incluso de paisajes exóticos-, de figuras y personajes míticos, pero sobre todo hay una poesía que ha quedado depurada hasta su más esencial médula.

Mallada expone el lenguaje a plena luz, e invita a que los lectores vean a su través. Mientras, como se lee en uno de los poemas, «Afuera nada titila salvo esa, / diríase, (bajo sospecha), irreal / manifestación de las cosas». No es casual que ese poema se titule Signos.