DIRECTOR Robert Zemeckis

INTERPRETES Tom Hanks, Michael Jeter

PAIS Estados Unidos AÑO 2004

CINES Augusta, Palafox, Warner

Los avances tecnológicos en el cine no deberían ser solamente eso, un paso más en el imaginario técnico que ha caracterizado siempre el arte de las películas desde que Georges Méli¨s coloreara a mano sus filmes en blanco y negro. La técnica debe estar al servicio de lo que se cuenta y del estilo en que decide contarse, no al revés. Sin embargo, en líneas generales, en Hollywood siguen entendiéndolo de otro modo. Final fantasy fue un claro ejemplo: en aquella película no había nada detrás de unos personajes que imitaban digitalmente a seres de carne y hueso.

Polar Express es otra vuelta de tuerca, más precisa, más sofisticada, de mayor alcance, pero cuya visión vuelve a plantearnos el mismo interrogante: ¿hay algo realmente interesante detrás del despliegue tecnológico emprendido por Robert Zemeckis en este neoclásico cuento navideño?

El relato es tan previsible como aburrido en varios de sus pasajes. Sólo cuando la acción se torna estrictamente física, el filme gana enteros en lo narrativo: el vuelo azaroso del billete perdido, el vertiginoso descenso del tren por unas vías que se asemejan a una montaña rusa o la trepidante secuencia en el lago helado son buenos ejemplos.

La película, en este sentido, no se diferencia demasiado de otros productos navideños al uso. Pero donde rompe todos los esquemas es en la forma en la que está filmada, con la técnica conocida como captura del movimiento, que consiste en atrapar el movimiento de un actor a través de unos sensores para digitalizarlo luego.

El filme puede verse entonces como una especie de videojuego navideño en el que Tom Hanks aparece como el maestro de ceremonias digital de un viaje hacia los confines de Papá Noel. Para muchos, Polar Express puede cambiar la manera de hacer películas y de ser vistas. No obstante, sería deseable que se aplicara al invento algo más de imaginación.