En una tradición de Oscar honoríficos a mitos incomprensiblemente olvidados en los votos como Charlie Chaplin, Buster Keaton, Stan Laurel y Groucho Marx, la Academia se ha decidido finalmente a bañar de oro a Blake Edwards, el último clásico de la comedia clásica, un hombre que ha vivido lo mejor y lo peor de Hollywood y que ha regalado al mundo impagables sonrisas y gloriosas lágrimas. "Gracias a Dios podemos equilibrar la estantería", dijo al enterarse del ambiguo honor el autor de la serie de La pantera rosa, La carrera del siglo y El guateque, casado desde 1969 con Julie Andrews, que desde 1964 tiene un Oscar por Mary Poppins. El responsable de Desayuno con diamantes, Días de vino y rosas y Víctor o Victoria --quizá la cumbre de un productor, director y "ante todo escritor"--, no necesita mostrarse amargo hoy. Ya se tomó su revancha en SOB. Sois honrados bandidos, una crítica casi autobiográfica a Hollywood, donde la protagonista hizo algo hoy impensable, mostrar un pecho.