Un primer resumen del concierto que Bunbury dio anoche en el Teatro Principal podría ser este: para este viaje no necesitábamos tantas alforjas. El músico zaragozano, a quien el entusiasta público lanzó piropos como "eres el orgullo de Aragón", presentó El viaje a ninguna parte , su nuevo y reciente disco. Presentó, en teoría, ya que en la práctica sólo abordó ocho piezas de las 20 que contiene ese álbum. Así que, desde esa perspectiva, la presentación quedó en mera formalidad. Suficiente para descubrir que las composiciones de El viaje a ninguna parte adquieren sobre el escenario su plenitud, pero no justificable. Y eso que el músico había prometido que esta gira, repertorio incluido, iba a ser radicalmente distinta de las las anteriores.

Argumentará Bunbury que, dado que aún tiene por delante cinco conciertos en Zaragoza (8, 9, 11, 12 y 13 de junio), tiempo le sobra para incorporar al repertorio más canciones de El viaje... Mas ese es un argumento tramposo, salvo que espere repetir espectadores cada noche.

Dicho lo cual, centrémonos en el grueso de un programa armado con composiciones de sus discos anteriores, con alguna canción de Bushido, y con versiones de escrituras musicales de Más Birras y José Alfredo Jiménez. O sea: sobre el papel, pocas novedades. Otra cosa es como resolvió ese listado sonoro.

Y en ese punto hay que convenir que Bunbury mostró anoche su vena más dramática, que es tanto como decir que procuró un alto grado de intensidad y de emoción. La banda, cuyo nivel de conjunción y de ejecución ya estaba hace tiempo fuera de toda duda, desplegó una energía singular. Los nuevos arreglos de las viejas canciones dieron más brillantez a unas propuestas ya de por sí notables, y Bunbury, en su mismidad, soltó toda la carga interpretativa que lleva dentro, esa que convierte el exceso en virtud y la redundancia en maneras de artista.

Un Bunbury, en definitiva, chamán de un ritual que conjuga con pasión el teatro, el circo, el cabaret y el rocanrol. Un intérprete vitalista y seguro, muy distinto del que vimos hace tiempo cuando presentó en Zaragoza las canciones de Flamingos . Lástima que El viaje a ninguna parte se quedase anoche en un paseo (intenso, sí) al lugar común.