"Me impresionó ver a la gente llorar. Era Jueves Santo y habían venido con flores" recordaba Pascual Tornos, el cura de Trasobares, al evocar aquella mañana de 1975 en la que los feligreses descubrieron que habían robado la Virgen del Capítulo. La que desde el siglo XIII tenían las monjas en la sala capitular, y al desaparecer el convento figuraba en el altar mayor de la parroquia. Aquella talla regresaría al pueblo 20 años más tarde, en medio de procesión y de fiesta, interceptada por la Interpol en una subasta de Bruselas.

José María Lemiñana, párroco de Roda de Isábena, también sintió de manera especial la noticia del robo de los cuadros, a punta de pistola el pasado domingo, en el Museo Munch de Oslo: "Lógicamente --dijo--, una cosa tan inesperada y tan brutal produce una especie de sentimiento casi de derrota y de impotencia en ese momento".

El mismo se vio en esa situación en 1979: "Cuando me encontré la imagen de la Virgen en la calle yo pensé: Hay un robo. Llegué al museo y estaba todo el desastre tremendo que hizo ese hombre en muy poco rato". Lemiñana se refería a ´Erik el Belga´, de quien explica que "tenía un depósito de arte (claro, robado), en Sitges. Y ahí es cuando le cogen."

Años después, en 1995, se produjo una extraña reconciliación: "Después el hombre estuvo aquí y yo le perdoné a título personal, aunque le condené en nombre del arte delante de la gente".

Erik el Belga explicó en una entrevista: "He ganado diez veces más vendiendo obras que he comprado legalmente al clero, que con las cuatro cosas que he robado"