En la década de los 2000 surge el ambicioso proyecto de modernizar el Balneario de Panticosa y sus inmediaciones. Llegada la crisis del 2008 queda paralizado, dejando en el paisaje oscense restos de hormigón y esqueletos de edificios que nunca se verán completados. El arquitecto y fotógrafo Iñaki Bergera presenta ahora un retrato de este escenario decadente en la actualidad, Panticosa: territorio y arquitectura en conflicto, un pulso entre lo natural y la intervención humana que puede visitarse en La casa amarilla de Zaragoza hasta el próximo 24 de abril.

Iñaki Bergera conoció el proceso de construcción desde sus inicios y el primer reportaje que presentó sobre el tema formó parte de una exposición colectiva en el pabellón de España en la Bienal de Venecia del 2016. «Se quiso transformar en un lugar de lujo, con unas estructuras ambiciosas que se supone que iban a traer una gran cantidad de visitantes de un alto nivel adquisitivo. Esto fracasó y ahora tenemos esos restos, edificios dejados a su ser, en algunos casos prácticamente acabados como el edificio de Álvaro Siza, el centro de alto rendimiento deportivo, y otros como el parking o el apartahotel», apunta el fotógrafo. Con respeto a las estructuras planteadas, Bergera retrata el abandono del proyecto: «A mí, el proyecto, por ejemplo, del párking en términos arquitectónicos me parece interesantísimo. Esos vuelos que tiene, en sí mismo es atractivo. El edificio de Álvaro Siza también lo es, un hormigón extremadamente bien ejecutado… Cuando hablo de proyectos fallidos me refiero a la operación en su conjunto, hay un exceso de presencia arquitectónica, un intento de masificar un entorno natural que de por sí no es un espacio muy amplio. No acaba de funcionar como planteamiento urbano», cuenta el artista.

Son trece las fotografías que componen el proyecto de Iñaki Bergera. Una serie de retratos que ponen el foco en el paso del tiempo y el avance de la naturaleza por ocupar los espacios que les pertenecieron. «Las rocas caen, el musgo invade el interior de los edificios… Todo eso, desde el punto de vista plástico, es sublime, porque el paisaje y la arquitectura tenían la condición de dialogar con esa monumentalidad, y lógicamente, en ese choque de trenes quien tenía las de perder era la arquitectura», explica su autor. «Lo triste es la realidad: eso está ahí y no se va a derruir ni desescombrar ni dejarlo en su estado original, y si esos edificios se quisieran acabar los costes de arreglar el abandono y deterioro serían incalculables. No veo que pueda salir en una dirección u otra», añade Bergera.

«Como arquitecto y fotógrafo me ha ayudado a profundizar en la mirada y mi sensibilidad visual», describe el artista, tras varios años retratando el Balneario de Panticosa, «Me ha gustado porque los edificios en sí mismos son extraordinarios, tienen mucha personalidad. Me gusta poder retratar unos espacios interiores, que tienen unas condiciones que favorecen una correcta y buena fotografía arquitectónica, por la luz, los materiales… unos espacios que demandan una fotografía al uso. Cuando te aproximas a esos espacios abandonados y deteriorados, si lo haces con la misma sensibilidad con que lo harías si estuvieran acabados, surge ese contraste entre una mirada formalista y académica sazonada con esos estado de abandono genera esa mirada sensible de lo que a priori es degradante. Meter todo esto en la coctelera ha sido un trabajo interesante», concluye el fotógrafo y arquitecto.

Iñaki Bergera es profesor titular de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad de Zaragoza, arquitecto (1997) y doctor (2002) por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Navarra. En colaboración con Iñigo Beguiristáin, su obra construida ha recibido varios galardones, el premio COAVN de Arquitectura 2013 y 2010 y el Premio Chicago Athenaeum 2014, entre otros. Entre sus anteriores exposiciones individuales destacan A tale of two cities (2008) y América, paisaje urbano (2006).