Esther, aquella tímida jovencita pecosa con coleta, enamorada del futbolero Juanito, con su lanzada amiga Rita, el mal bicho de Doreen, su hermana Carol, su madre viuda y su padrastro policía, conquistó y dejó su huella nostálgica en varias generaciones de jóvenes de los años 70 y 80 desde tebeos de Bruguera como Lily, donde empezó a publicarse en 1974. Ahora, cuando ha cumplido 40 (y para más señas es una enfermera divorciada con una hija adolescente), su creadora, la dibujante Purita Campos (Barcelona, 1937), sigue mostrando su orgullo por el personaje. "Esther es como una hija, forma parte de mí, estuve casi 20 años con ella. De jovencita yo era tan tímida como ella, me sentía identificada. Hoy sigo siendo tímida, pero ya paso, ¿ya era hora, no?, --sonríe la setentañera ilustradora--. Pero también me hubiera gustado ser como ella": y vivir en un mundo que poco tenía que ver con la España tardofranquista y pacata al que ella y sus aventuras trajeron aire fresco. "Aquí no se vivía así --recuerda--. Ella nos enseñó una Inglaterra donde las chicas salían de noche e iban a fiestas, chicos y chicas juntos, algo que aquí era impensable. Esa libertad enganchaba".

"Cuando empecé nunca me imaginé que Esther podría hacerse mayor, que seguiría con ella 20 años después". Pero así es. Ahora Ediciones B empieza a recuperar la colección completa, con los cinco primeros álbumes (de 25) ya en las librerías, en una cuidada reedición en la que se han mejorado mucho el color, más realista (unificando, por ejemplo, detalles como el de una camiseta que cambiaba del verde al azul en las viñetas de una misma historia). Además, Purita Campos también firma la novela Esther cumple 40 (editada por Espasa), junto a Carlos Portela, guionista con quien sigue trabajando en tres nuevos libros de la serie Nuevas aventuras de Esther, que empezó a publicar EDT, con la protagonista ya treintañera y separada.

Figurines de moda

Evoca la autora cómo ya de niña dibujaba y ayudaba a su madre modista haciendo figurines de moda. "También los dibujé para una empresa en la que no me pagaban porque decían que así aprendía, hasta que mi hermano conoció a Manuel Vázquez, el de Las hermanas Gilda, y le dijo que llevara mis dibujos a Bruguera que él me recibiría. Y así lo hice y al llegar a la editorial Víctor Mora dijo: '¡Pero si nunca le vemos por aquí!' Pero vio mis dibujos y dijo que empezara el día siguiente". Las claves del éxito (llegó a vender 400.000 ejemplares), además de esa libertad juvenil, cree que radican en la variedad de sus historias. "No era solo chico-chica, había misterio, problemas familiares...".