Las máquinas todavía no han entrado a la plaza Salamero, pero el material de obra ya ha comenzado a llegar al subterráneo. Los trabajadores de la empresa adjudicataria ya están explorando qué zonas hay que reforzar con puntales para empezar a colocarlos. Y en un plazo indeterminado que no se irá más allá de las dos semanas llegarán las excavadoras para comenzar a sacar tierra y aligerar el peso de la losa «abombada».

Desde el área de Urbanismo aseguran que no han dejado de trabajar en los últimos meses en los informes y estudios que permitirán la reforma de esta céntrica plaza. Pero mientras, los comerciantes y vecinos de la zona siguen esperando. Y como la ansiada reforma a gran escala parece «no comenzar nunca», según un paseante, la paciencia empieza a resentirse.

Los responsables de la tienda de moda Veronés se lanzaron la semana pasada a hablar con el responsable de Urbanismo, Víctor Serrano, cuando le vieron asomarse por Salamero, para pedirle celeridad. Ayer se mostraban expectantes. «Parecía que todo iba a acelerarse pero se ve poco movimiento», decían. Y en el consistorio lo saben, pero de momento el trabajo que se está realizando es invisible, dado que la reforma sigue en fase de estudio y esperando a que lleguen informes técnicos aclaratorios. La idea pasa por aprovechar lo que queda de año para resolver cuestiones urgentes y preparar el proyecto de reforma para el año que viene.

«El problema es que la gente piensa que el párking está cerrado y la gente ya no viene a esta zona, pero quedan muchas plazas que todavía se pueden usar», explica el dependiente de la misma tienda. El año, entre la pandemia y las obras, no está siendo el mejor de sus vidas. «Además es que hay muchísimo tráfico por aquí. Tendrían que habilitar zonas de carga y descarga para no obstaculizar el paso de los peatones», añadía.

En la tienda Comercial Algodonera, que lleva décadas frente a la plaza Salamero, la sensación se repite. Hay ganas de que se reforme la plaza y que todo acabe, pero siguen a la espera sin darse mucho mal. «Que la plaza esté vallada bien no nos viene, pero qué vamos a hacer», dicen.

Los vecinos también empiezan a cansarse de la situación, pero por el momento sus quejas las plasman con deseos y no con reclamaciones concretas. No tienen previsto reunirse con Serrano, pero esperan que la plaza recupere su vida «lo antes posible», dicen desde la Unión Vecinal Caesaraugusta. Que todo se haga bien y en poco tiempo, vamos.

Una de las peticiones de los residentes, eso sí, pasa por mantener el arbolado del entorno. Y según fuentes municipales ese es también el empeño del concejal de Urbanismo. Todo dependerá, de nuevo, de las actuaciones necesarias que determinen los estudios y de la propia salud de los árboles. Por el momento, aunque se vacíen los parterres se van a mantener los ejemplares con la tierra justa que necesitan para vivir.

Y de vegetación también sabe, y mucho, Rafael Aznar, que lleva más de 50 años en el quiosco de flores que hay sobre el subterráneo. «Tengo dos empleados. Espero que me aclaren algo ya», dice. Está en conversaciones con Servicios Públicos para trasladar su puesto mientras duren las obras, pero de momento no sabe nada. «Me han ofrecido un puesto en el paseo Pamplona, pero es muy pequeño. Seguimos mirando. Que me lo digan cuanto antes», pide. Mientras, toca esperar.