Desde la pionera Don Quichotte , película francesa producida por Gaumont en 1898, de la que hay constancia pero que hoy está desaparecida, hasta la última producción, El caballero Don Quijote (2002), de Manuel Gutiérrez Aragón, el fantasioso y a la vez real mundo creado por Cervantes en la novela más internacional, Don Quijote de La Mancha , ha seducido a decenas de cineastas, y sigue siendo fuente de ideas y versiones. Y la relación entre el Quijote y la cinematografía será uno de los puntos fuertes del cuarto centenario de la genial obra, que se celebra el año que viene.

Javier Hernández Ruiz, profesor universitario y escritor, es un experto en las adaptaciones audiovisuales del Quijote. Su afición por la obra cervantina se fraguó y comenzó a cristalizarse en la elaboración de su tesis doctoral, cuando Hernández se dedicó a investigar minuciosamente la obra fílmica que versa sobre El Quijote.

A raíz de ahí, Hernández fue compilando sus conocimentos en un volumen y diversas colaboraciones en otras tantas publicaciones, como el extenso capítulo del libro Tres mitos españoles: Don Juan, La Celestina y El Quijote , que sirve como catálogo de una exposición que el Centro Cultural Conde Duque de Madrid acoge hasta el 14 de abril sobre estos personajes literarios.

El escritor apunta que lo que realmente le interesa de la obra cervantina es preguntarse "qué posibilidades tiene el Quijote más allá de lo literario". "Resulta increíble la influencia del Quijote en el cine actual. Por encima de que el Quijote sea argumento de muchas películas o libros está toda la arquitectura ficticia que subyace en la novela y que ha ido nutriendo a muchas creaciones literarias posteriores", apunta.

Javier Hernández, tras el estudio pormenorizado de las representaciones fílmicas de la obra de Cervantes, tiene, por decirlo de alguna manera, su favorita y también la que, a su juicio, es la menos acertada en cuanto al tratamiento de la novela: "El cineasta que pudo aproximarse más a lo que era el espíritu del Quijote, que no significa fidelidad al argumento, sino fidelidad a ese espíritu moderno y ficticio del Quijote, fue Orson Welles, cuyo filme se realizó entre mediados de los 50 hasta 1982, y que quedó inconclusa por el fallecimiento del cineasta. Digo que aquel filme pudo ser, que no fue, el que mejor representaba al Quijote porque no lo terminó y el montaje que hizo posteriormente Jesús Franco no fue muy acertado. Tal y como ha quedado no hace justicia a lo que apuntaba a ser, pero análisis posteriores del material que había, de lo que Orson Welles planeaba, etc, hacen pensar que iba a ser la mejor producción quijotesca, desde el punto de vista de la fidelidad al espíritu de la novela. Y también me gustaría destacar la de Gutiérrez Aragón, que es buena".

Por contra, Hernández también tiene la antítesis de los títulos quijotescos anteriores: Don Quijote de La Mancha , de Rafal Gil, película realizada en 1947. "Este filme intenta convertir al Quijote en una especie de héroe nacional, realzador de los valores patrios, y el Quijote nunca fue un héroe. Es una cinta que huele a franquismo. Además, la película está elaborada desde un punto de vista demasiado academicista. Se presentó como la gran recreación audiovisual del Quijote pero se quedó en la cáscara del asunto, en una transcripción plana del argumento", afirma.

LOS MUNDOS DEL QUIJOTE

Si hay algo que resulta increíble del Quijote es su versatilidad. Su protagonista, Alonso Quijano, o Don Quijote, entraña en sí mismo todo un mundo de pensamientos y actitudes intrínsecas a la condición humana. Así lo ve Javier Hernández: "Don Quijote es un cuerdo muy loco, y también un loco muy cuerdo, porque es un buen representante de esa tensión propia del ser humano que hace que se mueva entre la adscripción a la realidad y los impulsos hacia lo imaginario".

Hernández considera el Quijote como un "viaje literario y espiritual", al más puro estilo de "los road movies actuales", y también como una introspección "a los terrenos de la mente y de los límites de la realidad en lo que se refiere al ámbito de lo espacio-temporal".

Como conclusión, el escritor considera que "falta una gran película sobre el Quijote. Todavía no está lo suficientemente aprovechado ni exprimido, y es posible que nunca lo esté lo suficiente, porque abarcarlo totalmente es muy difícil. Pero se puede intentar, y aún queda mucho por hacer".