--¿Qué busca con este nuevo trabajo Una noche en el castillo

--Hemos recorrido 21 teatros y queríamos filmar esa gira semiacústica. Lo hicimos en el castillo de Argüeso (Cantabria) por ese afán de enredar y de complicarme la vida. No es lo mismo hacer comida rápida que un plato de cuchara que cuesta tres horas. Y este disco es lo segundo. Ahora lo veo y digo: un sueño cumplido.

--¿Qué es lo que más le ha preocupado de este nuevo disco?

--Es el segundo año que lo intentamos. Hace un año yo me fui muy triste después de dos noches que no pudimos filmar. La conclusión que sacó mi técnico de sonido de Zaragoza fue: "Quédate con que has tenido 800 personas durante dos noches jarreando y no se ha movido nadie".

--¿Qué matices aportan a las canciones tocarlas en lugares como el castillo de Argüeso?

--Magia. Para mi, en los conciertos no son importantes solo las canciones sino el lugar también. Por ejemplo, las canciones tocadas en el Principal son increíbles.

--Ha regalado la canción inédita Por ti, ¿qué le regalan a usted las canciones?

--Son el motor de mi vida. Cuando una temporada no sale una canción te sientes el hombre más infeliz del mundo aunque esa noche estés tocando para 7000 personas como hicimos el domingo pasado en Parla. Mis canciones y mi hija, sin alguna de ellas estaría muerto en vida.

--El aragonés Quique Mavilla es su bajista. ¿Qué aporta a Rulo y la contrabanda?

--Cuando me fui de La Fuga fue al primero que llamé. Fue mi bastón. Por aquel entonces estaba con Amaral y vino a Reinosa a apoyarme. Yo le llamo "mi hermaño". Todo lo que le da Mavilla a la música no es suficiente para lo que le debe la música a Mavilla. Además tengo el "comando Aragón": Kike Cruz a los monitores, Javier Estrada que también fue técnico de sonido de Bunbury, y ahora que está en Estados Unidos viene Manolo Tapia que también es de Zaragoza.

--¿Cómo redescubre las canciones de La Fuga que sigue tocando?

-- Lo veo con más naturalidad que el público. A mi me sangra igual Balada del despertador, que fue la primera canción que le compuse a mi expareja, que Días de rock and roll que he compuesto ahora. Si no las hubiera compuesto yo estoy seguro de que no las cantaría. No por ego, es por un tema visceral.

--Reconoció que no puede cantar temas de otros, ¿pero puede componer para otros?

--Me han propuesto componer para gente muy grande pero cuando hago una canción chula me la quedo para mi (ríe). Las compongo de manera tan personal que digo: ¿este tío va a cantar mi vida? Lo que si que quiero para mi próximo disco es hacerme mis viajes compositivos con otra gente.

--¿Recuerda con cariño alguna experiencia en Zaragoza?

--Recuerdo en marzo cuando tocamos en el Principal. En mitad de Cabecita loca subió un niño al escenario y la cantó. Fue un momentazo tan emotivo que quise ver al Teatro Principal arrodillado aplaudiendo. No me olvido cuando con 11 años vi a Los Suaves por primera vez y ese día decidí que quería tener un grupo.

--Ha tocado en grandes recintos y en teatros, ¿qué le queda por hacer?

--Con los grandes aforos flipábamos más con 25 años. Ahora reconozco que me gustan los formatos más pequeños, la Oasis, el Teatro Principal... En realidad me gusta cambiar, sino me aburriría.