Tomo prestado de mi admirado Juan Perro (Santiago Auserón, o sea) el título de uno de sus discos para situar esta crónica que habla de otras raíces eléctricas ellas, transculturadas ellas, mestizas ellas, vibrantes ellas- lanzadas también al viento que barre fronteras, limpia los malos humos y refresca la cabeza. Músicas que van y vienen, que se enredan en gozosa coyunda de ritmos: sones que son cadencias flamencas y al revés, fandangos de resonancias indianas, vibraciones africanas bañadas en el ácido balsámico de la psicodelia, blues con trazas de bulería, agitaciones vudú, boleros tristes...

Raúl Rodríguez, músico, antropólogo e indagador impenitente entre los hilvanes que preparan los trajes confeccionados con músicas de aquí y de allá, es el artífice de ese reciente artefacto sonoro llamado La raíz eléctrica, disco que presentó el sábado en Delicias, como lo fue de Razón de son (2014), su debut en solitario, que en su día también mostró en directo en Zaragoza. Vino en formato cuarteto, acompañado por ese mago de la guitarra llamado Mario Mas (de casta le viene, pues el singular Javier Mas es su padre) y por los no menos solventes músicos Guillem Aguilar (bajo) y Aleix Tobías (batería), los tres, fieles e imprescindibles compinches de Raúl.

Raúl, por su parte, canta (su aprendizaje vocal desde el arranque con Razón de son ha sido notable) y desde luego no hay instrumento de cuerda que se le resista, como el tres flamenco, por ejemplo, de creación propia y sonoridad peculiar, resultado del encuentro entre el tres cubano y la guitarra flamenca, paradigma en sí mismo de las intenciones musicales de Raúl. Canta, toca y da candela a una formación que desarrolla las canciones sin, digámoslo así, reparar en gastos. Sin racanerías, vaya, pues Raúl no es artista de piezas ajustadas al tiempo y al espacio convencionales: el otorga a sus creaciones la duración que necesita para que expresen todo lo que quiere contar con ellas, sin duda alejada tanto de los estándares como de las rutinas.

Raúl Rodríguez, incluso a contracorriente, deja que letra y música se expliquen con el sosiego suficiente para que en ellas florezcan los cruces y fructifiquen las conexiones. Y ese empeño, no exento de riesgo, es marca indeleble de la casa.

Tan hijo de lo jondo como del blues, y del son como del rock del sur de las españas que parieron formaciones como Smash, Raúl traza su propia senda reformulando hallazgos ajenos y sacando brillo a los propios. El sábado, en un concierto bien armado, en el que no faltaron lúcidas e hilarantes presentaciones que nos recordaron a la gracia infinita del gran Chano Lobato, Raúl y sus colegas desenterraron las raíces con La lengua corta, El viajero, Que sea el ritmo el que nos gobierne, Let The Rhythm Lead, Como el domingo, Canción del corazón, Zambra de la ausencia y Yo voy vendiendo candela, composiciones todas ellas de su segundo álbum.

Y de propina, dos del primer disco: Llévame a la mar y Si supiera. En las raíces al viento de Raúl Rodríguez, hay alma, corazón, voltaje y mucha sabiduría (de todo tipo). Todo un desafío a estos tiempos tan confusos y algo modorros.

Artista: Raúl Rodríguez presentando las canciones de ‘La raíz eléctrica

Ciclo: De la raíz

Local: C. C. Delicias, de Zaragoza

Fecha: Sábado, 3 de marzo

Asistencia: Cerca de 100 personas