A Rayo McQueen le pasa lo que a todos nos va a pasar en algún momento de nuestra vida: que nos vamos a ver superados por los jóvenes. El legendario coche de la factoría Pixar regresa a la gran pantalla, pero los años han pasado y ya no es el superhéroe que conocimos. Tiene cinco copas Piston en su currículo, pero ve cómo tiene que hacer frente a una nueva generación de bólidos ultrapreparados que dominan la tecnología y arrasan en la carretera. Son muy rápidos, guapos y triunfadores. Y Rayo, que empieza a estar muy mayor para este trabajo, tiene que tomar la decisión de retirarse o luchar hasta el final.

Después de dos entregas que han recaudado en todo el mundo más de mil millones de dólares, este viernes se estrena en España Cars 3, película infantil que arranca con un planteamiento propio de la madurez: una vez que uno se da cuenta de que no se puede dar marcha atrás al reloj solo hay dos opciones. La primera: darse por vencido, explotar y arder. La segunda: trabajar duramente para regresar a la gloria.

Antes de que Cars 3 echara a andar, el equipo de Pixar investigó muchísimo el mundo de las carreras de coches. «Estudiamos a atletas de otros deportes, pero nos centramos sobre todo en los profesionales del automovilismo. Empiezan a una edad muy temprana y sus vidas giras alrededor de las carreras. Hablamos también con un psicólogo deportivo que nos explicó que estos pilotos no conocen nada más. No pueden imaginarse haciendo otra cosa», subraya el director, Brian Fee.

Tras «una historia de espías emocionante y divertida» como Cars 2, el equipo de Pixar quería regresar a los orígenes y centrarse en Rayo, «en la calidez y profundidad con la que tanta gente se identificó en la primera entrega», donde el protagonista no dejaba de ser un fanfarrón simpático y noble. En Cars 3, el protagonista aparece vulnerable a raíz de un accidente que le deja muy tocado. Física y psicológicamente. Se da cuenta de que ya no es el supercampeón que solía ser y se frustra. «Disfruta de tu jubilación», le suelta el petulante y jovencito Jackson Storm antes de adelantarle en la pista. «Jack es el enemigo de Rayo, pero no es un verdadero villano. Tiene talento para dar y tomar, cuenta con el mejor equipamiento y tiene la ventaja de su juventud. Está convencido de que el mundo es suyo», explica Fee.

Ha pasado casi una década y Rayo sigue siendo el mismo coche de carreras seguro, decidido y amante de la diversión. Pero los coches debutantes son tan estelares que empiezan a poner a prueba no solo su capacidad física sino la confianza que tiene en él mismo. Rayo, que en las anteriores entregas tenía toda la vida por delante, ya no arrasa en las pistas. ¿Hay que poner un punto y final?

Ante la avalancha de energía de los jóvenes, Rayo decide volver a ser alguien y recuperar la pole position. Pero no lo hace solo sino que se sabe rodear de los mejores. La primera, la joven y ambiciosa Cruz Ramírez, excelente entrenadora y un as de la tecnología que consigue hacer estragos en la pista. «Es un personaje (latino) extremadamente positivo, queríamos que fuera alquien capaz de inspirar a nuestras propias hijas. Quiere que sus coches sean campeones y uno de sus puntos fuertes es encontrar la motivación adecuada para cada uno de ellos», explica el director. Cruz siempre ha sido fan de Número 95 y de su excepcional trayectoria, pero no se muerde la lengua y le dice a la cara que se ha convertido en un coche lento y viejo. La entrenadora, que confía en el poder de entrenamiento de los simuladores, es lista y buena en su trabajo. Pero no se da cuenta del poder que tiene la vieja escuela. Por eso, para volver a ser el fiera que era, Rayo llama a otras puertas y acude al entrenador de su entrenador para que le guíe y le inspire. Y la enseñanza se la graba a fuego: nunca podrá ser más rápido que los jóvenes, pero sí más listo.

«Ser padre se convirtió en mi principal recurso para dotar a la película de sentimientos y emociones», admite Fee. «Todos tenemos escasez de tiempo libre, pero un día pasé un par de horas con mis hijas, pintando un pequeño cuadro. Les quería enseñar algunas pautas artísticas. Ese día algo cambió en mí. Estar con mis pequeñas así fue mucho más gratificante de lo que jamás imaginé. Y eso fue lo que tratamos de comunicar en la película a través de la relación entre Rayo McQueen y Doc Hudson, su último entrenador y verdadero mentor». Los responsables de la factoría Pixar están convencidos de que el guiño al viejo Doc propiciará que el público sienta con Cars 3 lo mismo que sintió con la primera entrega. Porque Rayo es como un junco, que se dobla pero que siempre sigue en pie. Cuestión de resistir.